Mantener un auto en buen estado físico y mecánico requiere atención para que siempre esté impecable. Esto va más allá de la pintura y el motor, pues hay muchos otros componentes que pueden verse afectados si no se cuidan como deben.
Uno de ellos es el sistema de frenos, que además de balatas y rectificación de discos, existe un fenómeno que hay que considerar antes de salir de vacaciones. Se conoce como frenos cristalizados. Te contamos de qué va.
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El síntoma principal para saber si los frenos están cristalizados es al notar un rechinido cuando se frena suavemente. Las balatas podrán estar relativamente nuevas, pero a pesar de ello, rechinar y no necesariamente tiene que ver con el compuesto con el que se fabricaron.
Los frenos cristalizados son producto de un calentamiento excesivo del sistema de frenado, donde balatas y rotores se ven afectados. Los autos comunes y corrientes tienen frenos más sencillos que un deportivo de alta gama, y al hacer frenadas contundentes de manera seguida, o abusar del freno en carretera de montañas, es muy probable que ocurra este fenómeno.
Además de abusar de los frenos, se pueden cristalizar cuando entran en contacto con agua fría de manera abrupta. Esto es más notorio en época de lluvias, donde los charcos son un enemigo de los frenos.
Los frenos cristalizados tienen un aspecto brillante y liso, tal como si se tratara de una superficie de cristal, de ahí el nombre. Además del rechinido, que es molesto, se perderá eficacia en su labor de detener el auto.
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La mejor solución para dejar atrás los frenos cristalizados es cambiar las balatas y rectificar los rotores, pero en caso de que esto se salga de tu presupuesto, se puede lijar la superficie para eliminar el material que se encuentra en este estado.
Además de esto, lo más recomendable es ser suave con las frenadas y, de ser posible, frenar con motor. Esto último es de gran utilidad en carreteras de montaña, pues además de limitar la velocidad del auto, previene un desgaste y calentamiento excesivo de los frenos.