¿Qué pasa si elegimos la versión más básica de un auto?

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Somos bombardeados por información comercial día y noche. Aún cuando estamos consumiendo en un centro comercial, el sonido local repite una y otra vez el jingle de cierta marca de pescado bastante dolorosa. En el ámbito de los automotores, desde el simple tráfico citadino, menciones en redes sociales y posts pagados son portadores de mensajes que van ubicando cada marca para que esté en la consideración del consumidor.

A la marca de poco sirve esto si no vende, aunque sea muy popular. Y es que, a menos que formemos parte de la élite de máximos ingresos en el planeta, en lo general un consumidor de vehículo a motor comprará quizá uno o dos cada década. Removiendo la infancia y senectud, tendremos quizá ocho vehículos a lo largo de la vida, a lo mucho. Si somos más bien de carácter austero, llegaremos a tener solamente 4 vehículos bien cuidados durante nuestra etapa económicamente activa.

Bajo esta encarnizada batalla de números, usualmente las armadoras están atrincheradas en un rango muy a la par con sus vecinos en precio y potencia, y cada subsegmento, categoría de marca y configuración “espejea” la oferta de la tiendita de enfrente. Siendo tan parecidos entre sí muchos de los modelos generalistas disponibles, los accesorios ofrecen pequeños rangos de ajuste, en los cuales las marcas dan margen para llegar al precio que puede pagar el comprador.

Opciones como techo acristalado, rines de aluminio, y tipo de transmisión, son algunos de los detalles que pueden variar el precio, para que el presupuesto ajuste al modelo de interés buscado por el cliente. Usualmente los vemos en paquetes integrales, bajo versiones con nombres tan variopintos como LX, City, Chili, Elegance, R, Ego, SS, y un amplio etcétera.

Por esa razón, hemos preparado una lista de opciones de equipamiento entre la alternativa más accesible y la variante más costosa para que sepas qué esperar de cada una de ellas.