La esencia en la función de un auto es poder transportarnos de un punto a otro. Sin embargo, la manera en la que elegimos hacerlo puede ser muy distinta.
Aparentemente, la preferencia del momento es movernos con un cuerpo mecánico voluminoso y por esa razón, hemos visto la popularización de las SUVs . No obstante, a la par de esta tendencia, hemos sido testigos de cómo algunas marcas buscan abandonar su naturaleza “generalista” para aspirar a un perfil más premium.
Mazda, Peugeot y SEAT son las marcas que más claro han dejado estas intenciones. Sin embargo, si revisamos el portafolios de cada marca, podemos encontrar productos que han abandonado su perfil “austero” y buscan robarle mercado a quien está considerando una opción premium.
Frente a estas intenciones, las marcas aspirantes al segmento de lujo se topan con un problema. De inicio, los consumidores no encuentran justificación por la cual, el precio de un modelo de una firma de volumen se parece al de una premium.
Hace unos años, hubiera sido disparate pensar en una SUV compacta que no fuera de BMW, Cadillac o Mercedes-Benz que superara el medio millón de pesos.
Hoy, vemos cómo Honda, KIA, Mazda y muchas otras han puesto sus versiones más equipadas en precios propios de una marca de lujo.
Además de obedecer a las condiciones multifactoriales que explicamos en las páginas centrales de esta edición, tiene como objetivo “dejar de vender coches baratos”.
A través de esta estrategia, se busca que se asocie a la marca con consumidores con estilo de vida más elevado para que la percepción de la marca sea aspiracional .