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Al pensar en Mitsubishi es imposible no imaginar autos tan emocionantes como el Lancer Evo o el Eclipse, pues fueron modelos icónicos en los años 90 y 2000, donde al crecer en esa época era increíble ver un alerón enorme salir de estos modelos. Pero también nacía un nuevo producto, de nombre Outlander, el cual empezaba a cobrar importancia entre las camionetas compactas.
Los años han pasado, los tiempos y necesidades han cambiado y aquellos autos deportivos que te contaba inicialmente dejaron de fabricarse. Ahora, Mitsubishi está encarando el mercado desde una perspectiva más sofisticada pero, sobretodo, más amigable con el medio ambiente. ¿Qué tiene que ver esto con la emoción de los rallies hace 20 años? Aunque suene raro, todavía hay algo de ello, pero de una manera diferente que resulta curiosa e interesante.
La Mitsubishi Outlander está en su cuarta generación, que a México llega solamente como una versión híbrida enchufable. Esto hace que sea como tener varios autos en uno solo, incluyendo un sistema de tracción a las cuatro ruedas que no cuenta con los elementos mecánicos tradicionales.
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Elegancia nipona
Antes de entrar en detalle sobre las varias posibilidades de conducción, hay que hablar de lo primero que todos captamos, que es su diseño. Formas geométricas combinan elementos redondeados con líneas rectas y la esencia de la marca en el Dynamic Shield evolucionado. En general, luce como un SUV maduro y elegante. La pintura blanca perlada y rines de 20 pulgadas favorecen esa imagen.
El interior continúa con esta filosofía al descubrir asientos de cuero genuino, algo cada vez más raro en la industria, con un tramado de rombos. La sensación de materiales es muy buena, sobretodo si se compara con la generación saliente que era más rígida en cuanto a plásticos.
Hay ciertos mandos que son compartidos con Nissan, lo cual no es ninguna sorpresa, entonces hay cierta familiaridad en cuanto a su uso. Por ejemplo, los botones de las ventanas, la palanca de cambios o los mandos del climatizador. Además de ello, todo está distribuido de manera lógica y tiene la distribución exacta entre botones físicos y comandos digitales.
Aunque la mayoría de plásticos son de gran calidad y ensamble, hay algunos en las partes bajas que, por el precio, se sienten fáciles de rayar con algún tipo de calzado o si los niños tienden a hacer travesuras.
Tecnología fácil de usar
De regreso a la pantalla, es fácil de usar y con la ventaja de conectividad para smartphones sin importar el sistema operativo, mientras que el cuadro de instrumentos es altamente configurable en cuanto a la información, diseño y también ajustes que se pueden realizar. Toma un poco de tiempo recordar qué acciones se pueden llevar a cabo desde ahí, como apagar los asistentes de manejo, o simplemente visualizar el uso de cada motor al andar.
Luces y limpiadores automáticos, espejos plegables eléctricamente, cámaras de 360 grados, ventanas y cajuela automáticas son otros aspectos que facilitan la convivencia diaria.
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Un auto, múltiples personalidades
Ahora sí, viene la parte interesante, y es que la Outlander PHEV lleva tres motores: uno a gasolina de 2.4 litros y dos eléctricos, uno en cada eje, que sumados generan 248 caballos de fuerza. Una cifra nada despreciable en un segmento donde el promedio ronda los 180 caballos de fuerza, además de que el motor trasero es el encargado de brindar con movimiento a las ruedas de ese eje.
Es esto a lo que me refiero con la emoción de manejo, pues aunque no es un enfoque más purista, tiene un desarrollo técnico muy interesante que le permite tener diferentes personalidades. Es algo así como la película de “Fragmentado”, pero sin estar demente.
Las bondades de tener tres motores radican en poder usar el Outlander como un auto a gasolina, un auto híbrido o un auto eléctrico. La batería forzosamente tiene que cargarse mediante un wallbox para poder sacar mayor provecho de ello. Al usar un cargador público de la CFE, de 7.4 kW y con la batería vacía, se puede recuperar la mitad de su capacidad al cabo de una hora.
Gracias a esto, se puede manejar un trayecto diario con pura electricidad, con una tranquilidad que muchas veces ni en casa tenemos. También, el modo híbrido va a priorizar el uso eléctrico aunque la gasolina intervendrá cuando se le exija más al acelerador. Con este ajuste, es posible obtener consumos que ronden los 20 km/l, que en una camioneta para siete pasajeros, es una cifra bastante buena.
A pesar de la nutrida potencia, el manejo es cómodo y la suspensión suave. En ningún momento busca ser la camioneta más rápida de la cuadra, pero sí una eficiente con buena entrega para rebases. Esta atmósfera de lujo y comodidad es su valor agregado, además de que al momento de salir del asfalto ofrece un extra de capacidades que la mayoría de competidores no ofrece.
No es precisamente un Endeavour, pero puede circular por terracerías medias, caminos resbaladizos y algo de lodo con relativa facilidad. Los diferentes programas de manejo hacen ajustes a los motores y asistentes electrónicos para gestionar la tracción.
Por otro lado, en cuanto a seguridad, los diferentes sistemas que mantienen al vehículo en su sitio o que previenen accidentes tienen una operación natural. En tráfico denso es posible relajarse al dejar que el control crucero adaptativo haga su trabajo con el acelerador y freno mientras que nosotros simplemente vigilamos el camino. Curiosamente, lleva 11 bolsas de aire, algo que muchas marcas de lujo no ofrecen.
Una opción a considerar
Con un precio de $1,058,500, la Mitsubishi Outlander PHEV Diamond ofrece todo el arsenal de equipo tecnológico, de seguridad y comodidad que una familia requiere. Puede sonar a una cantidad de dinero importante, que lo es, pero realmente resulta interesante de considerar por el nivel de desarrollo que lleva en sus entrañas.
Toda la oferta de Mitsubishi Outlander es híbrida enchufable y empieza en los $918,700, solamente se añaden aspectos de equipo que bien podrían pasar a segundo plano a favor de una compra más asequible en versiones por debajo, pero con el mismo desempeño y calidad.
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