Desde niño, todo fanático de los autos se fascina con ver, y escuchar, vehículos que por el rugir de su motor llaman la atención de todos aquellos que se encuentren cerca. Más allá de las obras maestras de ingeniería con complejos bloques de 10 o 12 cilindros, los famosos “ american muscle ” han sido un ícono de deportividad durante décadas.
Al pensar en este tipo de coches, lo primero que viene a la mente es un imponente V8, icónico de la filosofía americana de poder y desempeño. Si bien esta fórmula de grandes desplazamientos y potencias brutas dio frutos antes, la realidad es que hoy en día la industria del alto desempeño se encamina por otro lado.
Solo basta con mirar en el internet por unos minutos para darnos cuenta de que los autos deportivos ahora son eléctricos. Esto, en gran parte, obedece a un camino libre de emisiones contaminantes que las marcas han pactado para los próximos años.
Con máquinas tan perfectas, y cero contaminantes, como el Rimac Nevera o Lucid Air Sapphire , el futuro de la deportividad y la potencia parece estar en buenas manos. Sin embargo, aún queda un cúmulo de seguidores de los motores que, ante todas las cosas, aprecian siempre el sonido de la combustión interna y algunos sentimientos que solamente un auto purista puede brindar.
Pocas marcas se mantienen fieles a esta filosofía como Dodge. La firma americana ha sido la respuesta a las plegarías de todo aquel que desea potencia descomunal, poca intervención electrónica y sensaciones que aceleren el corazón conforme suben las RPM del motor.
En este caso, llegó el vehículo que ostenta ser el sedán más potente del mundo, al menos de todos aquellos que usan gasolina para funcionar. Se trata del Dodge Charger SRT Hellcat Widebody Redeye y, si bien el nombre no es nada corto, vale la pena memorizarlo, pues estamos seguros de que se convertirá en un objeto de deseo dentro de algunos años.
En estas líneas te contamos la experiencia de tener, por unos días, el placer de conducir uno de los autos más potentes, puristas y rudos de la industria automotriz en la actualidad.
Si a primera vista se te hace familiar, no sería algo fuera de lo común. Puede que se te haga un rostro conocido porque, de unos años a la fecha, el Dodge Charger ha sido el auto predilecto por la Secretaria de Seguridad para patrullar las calles y carreteras de México.
Si bien, en principio es un coche “similar” a las patrullas mencionadas anteriormente, esta versión cuenta con cambios estéticos que lo hacen ver muy diferente. En realidad, no solo son con finalidades de embellecer el producto, sino que también son importantes en temas aerodinámicos a altas velocidades.
Como su nombre lo indica, es un coche de gran tamaño debido a las molduras laterales. de las salpicaderas . Estas, crecen de tamaño para poder albergar los grandes neumáticos de 11 pulgadas de ancho, unos de los que más contacto al piso tienen dentro de los vehículos de producción en serie.
El diseño de la fascia es muy distinto al resto de modelos. Se nota mucho más agresivo . Además, sobre el cofre podemos ver tomas de aire que realmente son funcionales, para permitir un adecuado flujo de aire hacia el interior y mantener en buena temperatura semejante motor, del cual vale la pena dar detalles.
Manejarlo es una experiencia por demás emocionante que viene acompañada de miradas ajenas todo el tiempo. Si de por sí su estética es ya imponente, al momento que comienza a hacer sonido el motor V8 de 6.2 L en conjunto con un supercargador de 2.7 L, todo el mundo volteará a mirarte.
Se desatan 797 caballos de fuerza , usando la llave roja y, al presionar el botón de encendido, se sienten bajo el asiento las vibraciones por la acción del ralentí. Esto, lejos de ser incómodo, transmite todas esas ganas por acelerarlo al máximo. Sin embargo, esto no es tan sencillo como muchas personas piensan.
Hay quienes afirman que “acelerar hasta mi abuelita puede”. Sin embargo, pisar el pedal requiere mucho más que solo el tacto, simplemente accionarlo a la mitad de manera abrupta comienza a hacer que las ruedas traseras patinen, perdiendo todo el agarre.
Se requiere de cierta habilidad para mantenerlo en pista sin derrapar en exceso. El sobreviraje es divertido, pero nos resta valiosos segundos cuando se quiere ir rápidamente o acelerar abruptamente. Por otra parte, y nuestra favorita para este coche, es la facilidad con la que se pueden controlar esos deslizamientos del eje trasero como todo un profesional en cada curva.
La diversión se comparte, ya que es un cuatro puertas donde cada pasajero va más que cómodo gracias a esos asientos de diseño americano. Así que poder divertirte derrapando y haciendo donas puedes hacerlo bien acompañado. El único precio de jugar así excesivamente es deshacer las llantas en menos de lo que te imaginas.
En condiciones de uso cotidiano hay cosas muy interesantes. La más destacable es que manejándolo con moderación y tratando de mantener velocidades constantes, tuvimos un rendimiento de combustible cercano a los seis kilómetros por litro.
Puede no sonar a un auto “ahorrador”, pero por tamaño, peso y potencia son consumos más que aceptables. De igual manera, es un coche bastante cómodo para realizar trayectos comunes, si bien puedes generar grandes estruendos sonoros, el interior se encuentra muy bien insonorizado y los sonidos del motor que se escuchan se mantienen en el límite ideal para nunca ser molestos.
Aunque probablemente nunca te canses de ese sonido, Dodge ha decidido equiparlo con un sistema de audio firmado por Harman/Kardon de alta fidelidad.
Al final del día, se agradece que, dentro de un mundo que apremia la electrificación en todos los sentidos, aún existan productos dedicados a levantar las pasiones de los fanáticos de la gasolina y los enormes motores.
Agradecemos a Off Road México por las facilidades para realizar esta prueba y sesión de fotos