El Porsche 911 goza de una imagen tan respetable que incluso la gente más alejada al mundo de los autos puede identificarlo. Ya sea por su silueta, por su aparición como referencia aspiracional en series y películas o hasta en pósters en bares y restaurantes.
Su historia es de casi 60 años y, a pesar de que han existido muchas variantes en diseño, motorización o propósito, aún no existe el valiente que se atreva a declarar, con argumentos, que alguno de estos ejemplares ha sido un error o una decepción.
A más de un año de haberse estrenado la nueva generación del Porsche 911, han aparecido diversas opciones mecánicas que van desde la opción de entrada (Carrera) hasta la radicalidad de la variante orientada a un uso competitivo ( GT3 ). Sin embargo, una que había tomado más tiempo de lo habitual es la que se ubica justo en el centro de su tabulador de desempeño.
Estamos hablando del Porsche 911 con el sufijo GTS. Su “tardanza” obedece al objetivo de Porsche de posicionarlo como una variante que sea tan reconocible como algunas otras versiones del modelo más famoso de la marca alemana y, por ende, exigió un desarrollo minucioso para cumplir su objetivo.
El objetivo de posicionamiento de Porsche para el nuevo 911 GTS es el de ser el balance perfecto entre la comodidad de un auto del día a día con prestaciones que podrían sacarle un susto a cualquier auto específicamente creado para competencias.
Pareciera que encontrar este balance es una tarea sencilla para Porsche, a causa de la larga experiencia que tienen creando el auto referente del segmento de los deportivos, pero es justo el alto nivel que han establecido, lo que los compromete a entregar un auto de verdaderas sensaciones memorables.
Para conocer el 911 GTS, la marca alemana nos invitó a Italia. Ahí, tuvimos a nuestra disposición las distintas presentaciones estéticas que componen a este ejemplar. Las variantes Coupé, Cabriolet y Targa eran las opciones de auto personal por un par de días.
El extraordinario clima de las afueras de Verona, me hizo elegir la configuración estética que más me ha gustado en la historia de este modelo: el Cabriolet. A estas alturas, es comprensible que la descripción de los eventos genere antipatía. Sin embargo, prometo que todo fungía con un objetivo de evaluación objetiva.
Y es que, desde mi punto de vista, quien es dueño de un Porsche 911 ya va de gane en “el juego de la vida” y, en ese sentido, decidí asumir un papel ficticio de cliente de la marca para examinar si las intenciones de la marca alemana se cumplían con éxito. Por esa razón, tan pronto arranqué el Porsche 911 GTS Cabriolet en color amarillo, destapé la capota del auto. Ésta puede ser guardada simplemente apretando un botón y permite hacerlo mientras estamos en movimiento, siempre y cuando no excedamos una velocidad de 30 kilómetros por hora.
Poco me importó la idea de quemarme con el sol, pues además de la sensación de poder que me generaba manejar el coche de mis sueños en un escenario idílico, las notas que produce el motor se disfrutaban más cuando no tenía el techo puesto. Este poderoso estallido se produce desde un motor biturbo de seis cilindros que genera 473 caballos de fuerza. Esto representa 30 unidades de potencia más que la versión Carrera S y, además, es capaz de acelerar de cero a 100 en menos de 3.5 segundos.
Entre las estrechas calles de Verona y las carreteras de solo dos carriles que llevan a los montes que rodean a esta ciudad, los únicos recordatorios de que estamos a bordo de un auto deportivo son el sonido del motor y la baja altura del 911 contra los autos de alrededor.
Fuera de eso, la dirección es sumamente suave, la aceleración es mesurada y obediente a nuestros comandos y la posición de manejo es considerablemente cómoda. Además, el sistema de infoentretenimiento que estrena el Porsche 911 GTS es sumamente interesante de operar pues, al igual que en nuestras tabletas o smartphones, en esta interfaz podemos eliminar y ocultar funciones que no nos gustan o no usamos de manera recurrente.
En este sentido, cada vez que estamos detenidos en un alto o en un embotellamiento vial, podemos aprovechar para personalizar nuestra pantalla central con las funciones tecnológicas que sí empleamos. Ya sea el sistema de navegación, las plataformas de reproducción de medios o hasta indicadores del comportamiento en pista del 911 GTS.
La tranquilidad en el uso del 911 GTS terminó tan pronto llegamos a Franciacorta , Italia. Ahí, los periodistas que conformábamos la primera ola de medios en probar el 911 GTS sería también el primer grupo en correr en la pista que Porsche construyó en esta localidad italiana.
Este trazado está dentro del nuevo Porsche Experience Center, un lugar que la marca ha creado para que sus clientes e interesados en serlo, vivan en las condiciones ideales las capacidades de los productos de la marca. Así, con un laboratorio de pruebas sin estrenar, evaluamos al 911 GTS en estricto sentido deportivo. Configuramos el modo de manejo “Sport Plus” y verdaderamente intentamos maltratar en los confines del trazado al auto y éste respondió de manera sobresaliente.
Parece increíble, pero no me sorprendió que el 911 respondiera bien a nuestras exigencias y órdenes, sino que el asombro vino de la sensación de agilidad que generan algunas peculiaridades mecánicas en su construcción. Éstas lo hacen sentir como una variante que tiene personalidad propia y que cierra la brecha contra la opción tope de gama.
La presencia de asistentes en el sistema de suspensión trasera, la integración de frenos de la versión Turbo S y el uso de materiales ultraligeros en algunos componentes del coche, hacen que la versión GTS deje de ser un opción en la configuración del 911 y se convierta en un nombre que se adapta a un estilo de manejo para alguien que “va de gane en la vida”.
Esta persona tendrá en sus manos un auto que puede sacarle un susto a cualquier deportivo de mayores prestaciones y con dos giros de una perilla, volver a ser el auto de paseo de un Marcello Mastroianni moderno.