Hace unos años, cuando marcas como BMW y Nissan comenzaron a vender sus primeros autos eléctricos, se mencionó que este suceso supondría “reeducarnos” en la manera en la que manejábamos.
Factores como la ausencia de ruido, la ansiedad del rango, el hábito de cargar el auto por mucho tiempo y, sobre todo, la sensación de manejar algo que acelera muy rápido y desacelera tan pronto dejemos de poner el pie en el acelerador, hacían parecer a esta idea de “reaprender a manejar” como algo muy lógico.
Sin embargo, en el contexto actual, donde se ha dado por hecho que la electrificación es el camino a seguir en la industria automotriz , varias de esas ideas han quedado en el olvido.
Hoy, gracias a ciertos cargadores, es posible regenerar la batería de un auto eléctrico en 15 minutos , los rangos de autonomía han aumentado considerablemente y el desarrollo de ingeniería en torno a este tipo de autos ha extinguido la idea de que son necesariamente aburridos de manejar.
Haciendo énfasis en este último punto, la marca de Hiroshima ha creado su primer auto eléctrico , el cual antes de ser un modelo cero emisiones, es un Mazda. Y es que, en mi experiencia manejando casi todos los autos eléctricos que se venden en México, no ha habido uno que se asemeje tanto al manejo de un “vehículo convencional” como la Mazda MX-30.
Sin embargo, ese solo uno de los muchos puntos que vale la pena contar de nuestra experiencia de manejo con la Mazda MX-30 en California, Estados Unidos.
Estar manejando la Mazda MX-30 en el estado de California no es coincidencia o error. La razón, en gran medida, obedece a que será la primera entidad de EE. UU. donde se venderá.
Esto se debe a muchas razones: la economía del estado de California es tan grande que, si fuera un país independiente, tendrían el quinto PIB más alto del mundo; la red de carga de vehículos eléctricos ahí es de las más avanzadas de todo el planeta y los incentivos fiscales estatales en torno a los autos cero emisiones hacen que el precio de la Mazda MX-30 sea casi 50% más bajo que en cualquier otro lugar.
Además, es el único lugar de los Estados Unidos donde las marcas de autos deben limitarse a un promedio de emisiones contaminantes por cada coche que venden, bajo el riesgo de ser multados con cifras millonarias
A esto se suma el hecho de que, de acuerdo con registros de Mazda , el kilometraje promedio de manejo diario entre los habitantes de California es de 46 kilómetros , los cuales fueron una cifra clave para crear su primer eléctrico.
De esa manera, Mazda ejecuta un plan focalizado en ciertas regiones del mundo para comercializar su primer eléctrico. Sin embargo, la MX-30 sirve para adelantarnos mucho de lo que la marca japonesa prepara en el plano de la electrificación a nivel global.
A diferencia de otras marcas que han desarrollado plataformas específicas para alojar el paquete de baterías de su primer eléctrico, Mazda decidió hacer una adaptación de la arquitectura de la CX-30. En ese sentido, comparte las mismas dimensiones que la SUV subcompacta que se vende en la actualidad.
A pesar de ser del mismo tamaño que la conocida SUV de fabricación mexicana, la Mazda MX-30 presenta rasgos estéticos completamente diferentes y que, quizá por su naturaleza eléctrica, le han dado manga ancha para que los diseñadores jueguen a ser irreverentes.
El más evidente de estos arrebatos es la instalación de puertas suicidas, ahora denominadas freestyle por temas de corrección política, para ingresar al auto. Estas, además de darle un estilo distintivo a cualquier otro producto del mercado actual, sirve como un ventanal para desplegar el trabajo de diseño interior que ha ejecutado Mazda en su primer eléctrico.
En este modelo se ha privilegiado la amplitud de los espacios. No hay grandes piezas que estorben la visibilidad desde el exterior del auto y aunque antes de sentarnos en la segunda fila podríamos pensar que estaremos apretados o en una posición incómoda, una vez acomodados en ese lugar, nos damos cuenta de que es imposible sentir claustrofobia.
Una de las propuestas más interesantes en el interior de la Mazda MX-30 es la presencia de un par de botones ubicados en el respaldo de los asientos delanteros para que los ocupantes de la segunda butaca puedan acomodarse sin tener que pedírselo a los de enfrente. Esto es sumamente funcional, aunque puede facilitar a los pasajeros bromistas a alterar nuestra posición antes de empezar a manejar.
Además de la sencillez en los trazos del diseño interior de este modelo, vemos el despliegue de una serie de materiales que convierten a la Mazda MX-30 en un producto congruente. Los plásticos son provenientes de redes de pesca que habían sido abandonadas en el océano, las telas son recicladas y hay una serie de consolas recubiertas en corcho que, además de ser menos contaminantes, brindan un aspecto muy refrescante a todo el auto.
Como mencionamos en párrafos anteriores, la principal bondad y distintivo de la Mazda MX-30 es su similitud en el manejo con el resto de modelos de la marca. Es sorprendente encontrar cómo su objetivo de vincular los movimientos naturales del ser humano con el comportamiento mecánico del auto se mantienen a pesar de los retos que conlleva el equipar un paquete de baterías por debajo de esta SUV.
Incluso, la potencia de aceleración desde un estado de reposo es sumamente progresiva y no se siente el tradicional impulso súbito que dan los autos eléctricos. Esto, más que extrañarse, es algo que agradecerán los pasajeros que no están manejando este modelo.
A esto se suma la agradable sensación de poder dejar de apretar el acelerador sin frenarnos de inmediato o la posibilidad de dejar que el coche “se vaya” en una pendiente sin sentir que los sistemas de regeneración de energía “tiran el ancla” para ir deteniendo el coche.
Parece una contradicción. Sin embargo, la más agradable sorpresa en nuestra experiencia de manejo con la nueva Mazda MX-30 es que no hay sobresaltos entre las conocidas virtudes de la marca con lo que hasta ahora relacionamos con el estilo de conducir en el mundo de los autos eléctricos.
El refinado manejo de la Mazda MX-30 es responsabilidad principalmente de un paquete de baterías que genera 143 caballos de fuerza y tiene una autonomía de 160 kilómetros de recorrido con una carga completa. Este es el talón de Aquiles para las aspiraciones comerciales de Mazda, pues las opciones en el mercado de autos eléctricos (de corte generalista) superan los 300 kilómetros de autonomía y, aunque quizá no se utilice este rango en un manejo cotidiano, brindan una certeza para un uso más holgado.
No obstante, esta misma “insuficiencia” en el rango de autonomía de Mazda, nos habla que la marca busca ingresar a la carrera de los eléctricos con una perspectiva más coherente, donde resultaría más contaminante equipar un enorme paquete de baterías.
Es incierta la llegada de la Mazda MX-30 a nuestro mercado
o, por lo menos, como la conocimos en nuestra experiencia en California, pues la marca japonesa ha dejado claro que su estrategia para comercializar autos menos contaminantes estará centrada en las necesidades y hábitos de consumo de cada región.
No obstante, al ver el trabajo que Mazda ha hecho para explotar la fiebre de los eléctricos que hay en el estado de California, solo queda emocionarse por lo que depara en el devenir de la marca para nuestro país.