De acuerdo con datos publicados por el INEGI, los nombres más populares entre recién nacidos en 2020 en nuestro país fueron Sofía, en el caso de las niñas, y Santiago, en el caso de los varones.
A diferencia de décadas pasadas en las que ciertos nombres extravagantes se popularizaron, en la actualidad vemos que la preferencia de los padres de los niños nacidos en 2020 fue un poco más clásica.
Esto se alinea de manera fortuita con la mirada hacia un nombre clásico de parte de la casa automotriz ubicada en Dearborn, Michigan. Y es que en 2020 Ford anunció que reviviría el legendario nombre de Maverick para uno de sus modelos del futuro.
Se especulaba que se trataría de un eléctrico o un deportivo. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando se supo que se emplearía el nombre de Maverick para una pick-up de corte económico con enfoque a millennials y centennials .
Más de un nostálgico pegó el grito en el cielo cuando se enteró del uso que se le daría a un modelo que hasta el momento es asociado a emociones, diseño distintivo y, sobre todo, recuerdos de su primer auto.
No obstante, si tomamos en consideración el origen del nombre, nos daremos cuenta que la nueva interpretación puede encontrar un balance entre la esencia del pony car y su atrevida y refrescada presentación utilitaria.
Según documentos históricos de Ford, decidió nombrar a su auto de 1969 como Maverick, ya que así se le denomina al ganado que es dejado en libertad. En ese sentido, el pony car representaría el no tener ataduras con ninguna autoridad de esos tiempos.
Con este mismo espíritu, ha sido creada en la planta de Hermosillo, Sonora , una pick-up que, desde su origen, es osada pues, mientras algunas compañías optan por construir autos con aspecto de huevo o SUVs pequeñas para conquistar a la juventud, Ford apuesta por una camioneta con caja de carga.
Visto desde esta óptica, parece un disparate. Sin embargo, después de un análisis, nos daremos cuenta que es probable que Ford le haya dado al clavo en sus intenciones y, de paso, creado uno de los mejores productos que ha presentado en mucho tiempo.
Para conocerla, la marca del óvalo azul nos invitó al epicentro de su fabricación: la planta de Sonora, donde tuvimos una experiencia de manejo breve con el objetivo de entender el furor que ha causado a las pocas semanas de comercialización en los Estados Unidos.
Si tuviera que destacarse solo una cosa en el expertise de Ford a lo largo del tiempo es su capacidad para construir camionetas de excelente calidad. No en vano llevan más de 40 años colocando a su F-150 como el automóvil mejor vendido en Estados Unidos y, consecuentemente, la pick-up a vencer.
A esta reputación se le suma el hecho que Ford decidió emplear para la Maverick una de las mejores plataformas que ha creado en la actualidad: la presente en la Bronco Sport de nueva generación. De esta manera, ambas conviven en la línea de producción de su planta en el noroeste de nuestro país.
Para poder alojar la producción de dos de sus productos más importantes en la actualidad, Ford tuvo que invertir más de dos mil 500 millones de dólares en el complejo de Sonora para transformar las líneas de ensamble, reconfigurar los procesos de manufactura y construir un nuevo edificio que mejora la calidad de pintura de ambos modelos.
Sin embargo, de acuerdo con lo platicado con el equipo responsable de la Ford Maverick, se mantuvo algo de la producción del Lincoln MKZ : la calidad de manufactura para un auto con altas expectativas en el mercado.
Esto parece una contradicción si consideramos que la Maverick se coloca como la pick-up de perfil económico en el portafolios de Ford. Sin embargo, basta con subirse a esta camioneta para entender que lo “bien hecho” no siempre es costoso.
A pesar de que la mayoría de los componentes en el interior de la Ford Maverick son de plástico duro, éstos tienen un aspecto sumamente agradable y, sobre todo, se sienten muy bien ensamblados.
El diseño de los compuestos del interior de esta camioneta podrían caber en los cánones estéticos de lo “hipster” y, más que sentirse como algo forzado, es algo sumamente refrescante en un segmento que muy pocas veces se sale del concepto de “rudeza”.
En este sentido, encontramos asientos bitono con dos tipos de tela distinto, espacios abiertos entre las butacas de la primera fila, manijas de dimensiones reducidas, un espacio para almacenar objetos en la banca trasera y una serie de elementos que son mejor asociados a lo “adorable” que a lo “rudo.
Para satisfacer una de las prioridades del grupo generacional que la marca americana persigue, la Maverick goza de una pantalla de infoentretenimiento que, a pesar de no ser tan grande como otros modelos de la actualidad, goza de una resolución superior.
Este carácter desenfadado se mantiene a la hora de manejar la nueva Maverick, pues la sensación de manejo es más cercana a la de un sedán que a la de una camioneta.
Esto es notable en la ausencia de rebotes en el interior de la cabina, a pesar de que crucemos caminos empedrados o con las características irregularidades de nuestras calles.
La potencia es provista por un motor de 2.0 litros turbo que genera 250 caballos de fuerza y 277 libras-pie de torque. Este mecanismo está asociado a una caja automática de ocho velocidades que responde tan bien que, a diferencia de cualquier otra pick-up de la actualidad, brinda la confianza para cambiar carriles en el tránsito pesado como lo haríamos en un sedán.
Es tan dócil el manejo de la Maverick que, por momentos, podemos olvidar que traemos una caja de carga en la parte posterior.
A la luz de estas sensaciones, es entendible por qué Ford optó por crear una pick-up para revivir el nombre que en Estados Unidos y en México fue mucho tiempo asociado a ser dueños de un auto “cool”.
Para nuestro país estarán a la venta dos versiones; Ford Maverick XLT FWD, teniendo un valor de 635 mil pesos , mientras que la Maverick Lariat AWD estará en 750 mil pesos.