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Es normal que nuestras pupilas se contraigan más de lo habitual cuando detectan alguna fuente luminosa cuyo brillo es superior al del ambiente en el cual nos encontramos o al cual estamos acostumbrados. Estos deslumbramientos , según la situación en la que ocurran, pueden distraer, incomodar, incapacitar e, incluso, cegar de manera temporal.
Aunque las molestias de los deslumbramientos son pasajeras, es posible experimentar lagrimeo, dolor de cabeza o cansancio. Sin embargo, en el caso de los automovilistas, el efecto más preocupante es la pérdida de visión por algunos instantes. De acuerdo con la Fundación Mapfre, lo normal es que, máximo, en 50 segundos recuperes tus funciones visuales.
Los rayos del sol al salir de un túnel, los faros de los vehículos de enfrente o el asfalto mojado (que contribuye a reflejar la luz con mayor intensidad) pueden perturbar nuestra visión. No obstante, está en nuestras manos hacer que las consecuencias de este problema tengan un impacto mínimo mientras vamos al volante.
Para ello, Essilor, empresa francesa dedicada a la producción de lentes oftálmicas, aconseja “limpiar con frecuencia los limpiaparabrisas y el parabrisas; ajustar los retrovisores y no mirar directamente a las luces que vienen de frente al conducir de noche”. De ser posible, también sugiere que el conductor utilice lentes con antirreflejante.
También es importante descansar bien antes de emprender cualquier trayecto, particularmente si éste implica varias horas de camino. Y, “en viajes largos por la noche, se debe comer de vez en cuando para evitar la hipoglucemia, la cual provoca disminución de la agudeza visual nocturna”, recalca la fundación española.
En tanto, el alcohol, las drogas , algunas enfermedades y tratamientos coadyuvan a que los efectos del deslumbramiento sean mayores. En ese sentido, el Instituto Catalán de Retina señala que los pacientes con cataratas (sobre todo del tipo subcapsular posterior) sufren bastante con el exceso de luz , “en especial con las luces frontales por la noche”.
En cuanto a los tratamientos, uno que favorecería este inconveniente es la cirugía de extracción lenticular con pequeña incisión. La Academia Americana de Oftalmología señala que, quienes se someten a esta intervención, deben considerar como posible riesgo “los deslumbramientos y halos alrededor de las luces , especialmente de noche”. Este procedimiento con láser se emplea para tratar la miopía y el astigmatismo.
Otro aspecto implicado en este tema es la edad . A partir de los 40 años , las personas experimentan mayor sensibilidad a la luz . Por fortuna, los especialistas pueden recomendarles lentes que ayudan a reducir este cambio natural, de manera que sus traslados sean más llevaderos.