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Hay muchas razones para suponer por qué la venta de autos eléctricos no ha resultado tan exitosa en México como en otros países del mundo.
Una de ellas es la de pensar que su precio es muy elevado y que son prácticamente inalcanzables para el mercado. Sin embargo, si consideramos que el mercado de vehículos de lujo lleva tres años de crecimiento constante y que hay por lo menos una decena de autos por encima del millón de pesos que por sí solos se venden más que todos los eléctricos en México, esta teoría empieza a tambalearse.
Otra hipótesis sugiere que en México no existen las condiciones de infraestructura para tener un vehículo eléctrico para su uso diario. Sin embargo, es curioso encontrarnos que la Ciudad de México es una de las metrópolis que cuentan con mayor número de estaciones de carga per cápita (casi 1.3 cargadores por automovilista) y que en todo el país hay cerca de 2 mil estaciones para este tipo de autos.
Entonces, si hay un mercado que podría comprarlos y hay una infraestructura suficiente para su uso, ¿por qué los mexicanos no compran eléctricos?
Para intentar dar una explicación a este fenómeno, lo mejor es entenderlo desde dos perspectivas: la de la oferta y la de los estímulos .
En relación a la manera en la que los fabricantes venden sus autos “cero emisiones” en México existe una problemática.
De manera contraria a mercados como el de Estados Unidos, marcas como Chevrolet y Nissan han colocado a sus eléctricos como un producto “ aspiracional ” desde su comunicación, hasta su distribución y en ese sentido, resulta complicado replicar el éxito que el Bolt y el LEAF han tenido en dicho país.
A esto, se suma la falta de interés de parte de distribuidores y vendedores de comercializar un vehículo de esta naturaleza, pues es altamente probable que si vamos a una agencia Nissan con intenciones de hacernos de un LEAF , el vendedor nos sugiera que esa no es una compra tan atractiva y, por el contrario, nos ofrezca un X-Trail Hybrid u otro producto.
Esto obedece a que la venta de un eléctrico representa un margen de utilidades mucho menor que el obtenido en un auto “ normal ” y además, la ganancia obtenida por los servicios de mantenimiento es prácticamente inexistente.
Naturalmente, otro lastre para la compra eléctricos en México es la falta de estímulos al consumidor pues mientras en países como España se puede subsidiar hasta 8 mil euros del precio total del vehículo, en México los únicos beneficios que goza quien compra un auto que no contamina es el de estar exento de la tenencia, verificación (como si hiciera falta) y el impuesto sobre un auto nuevo.
Así, pues, es más fácil entender que para que la venta de eléctricos se transforme en una realidad, se deben de crear condiciones que vayan más allá de la infraestructura y del poder adquisitivo de los mexicanos.