Más Información
Usualmente, al momento de contemplar los precios de autos nuevos nos escandalizamos. Sobre todo, al encontrar que aquel modelo con el cual soñábamos hace algunos años ahora resulta todavía más inalcanzable.
Ese legendario producto tope de gama con el cual asociamos plenitud y velocidad ha incrementado su precio, quedando aún más lejos de nuestro alcance. Resignados a nuestra circunstancia, consideramos entonces opciones más generalistas, ¡oh decepción!
Esa discreta SUV mediana que al menos resolvería el cotidiano transitar, ya superó el medio millón de pesos. Según el segmento demográfico en que nos hallemos, inmediatamente haremos referencia a “cuando entré a la secundaria…”, “cuando empecé a trabajar…” u otros hitos de vida, recordando el precio de tal unidad aquella vez que preguntamos en la concesionaria.
Sesgados como somos, los humanos nos dejamos llevar por percepciones. ¿Alguien recuerda que el refresco más conocido, en su presentación 355 mL costaba cinco pesos? ¿Hemos visto anuncios “vintage” donde lo anunciaban a cinco centavos de dólar? Este ascenso de precios constante está relacionado al fenómeno monetario conocido como inflación, bajo el cual se hallan prácticamente todas las economías, con la notoria excepción ocasional de Japón, y que no es otra cosa que una carrera donde cada participante de la economía pide más unidades por el mismo entregable.
Pero no olvidemos que la inflación es aparente y relativa, pues para algunos productos y servicios, así como sube el ingreso también sube el precio, mientras que en otros casos resulta exacerbado para una selección de mercancías específicas, e incluso algunos productos poco a poco se vuelven más baratos, como es el caso de los megabytes por segundo de proveeduría de internet, o la capacidad de almacenamiento de los dispositivos de memoria portátil USB.
La inflación para México , sin ir muy lejos en la historia y solo considerando las dos décadas más recientes, entre enero del 2000 y del 2020, el índice de inflación en cuanto a precios al consumidor tuvo un acumulado del 137% , un anual promedio de 4.4%. Es importante entender que la inflación no se suma directamente, sino que sus efectos son acumulativos. De este modo, un producto que en 2000 tenía un precio en pesos de 199 mil 999, teóricamente, mismo modelo y equipamiento para 2020 alcanzaría 492 mil 856 pesos.
Pero ¿es realmente el mismo modelo? No existe tal cosa cuando consideramos escalas de tiempo prolongadas, debido los usos y costumbres que la industria tiene. Ni siquiera productos tan longevos como el VW Sedán pueden considerarse “el mismo modelo”. Tecnológicamente, avances en el sistema de inyección de combustible, paquetes de equipamiento o desplazamiento de motor inciden sobre el precio al público al que la armadora decide ofertar, por un lado. Por otro, el posicionamiento mercadológico recibe una serie de incidencias que lo llevan a alterar precios.
Nuevos competidores, ya sean ajenos o hermanos de conglomerado, ubicados por encima o debajo en el segmento empujarán a la marca a mover precios. Tasas impositivas, costo de combustibles y trayectoria estratégica del producto van alterando la posición de la gama en la mente y bolsillo del consumidor.
Otros jugadores al incorporarse también van a mover las tablas de precios mientras buscan su lugar. Las armadoras de los Estados Unidos, y en consecuencia sus filiales en México, recordaremos que, así como reaccionaron en su momento a la llegada a los mercados americanos de productos europeos, posteriormente lo hicieron ante los japoneses. Actualmente, va incorporándose gradualmente oferta de productores de China, con lo que nuevamente estamos en reacomodo.
Como ejemplo, en nuestro país la económica Volkswagen Caribe ( Golf en el resto del mundo) fue ubicándose más y más como producto de valor, superando en precio a algunos productos de su hermana de lujo, Audi, mientras otros productos iban brindando escalones más alcanzables al consumidor, como Pointer, Lupo o Up. Mismo caso con aquel modesto Honda Civic de los noventa. ¿Se disparó el precio de la gama, entonces, o nuevas opciones más alcanzables ocuparon distintos nichos?
Rafael Paz, director de las marcas Jeep y RAM, estima que aquellos equipos anteriormente considerados como opciones y actualmente resultan básicos, infieren sobre el costo: “hace unos 15 años equipos que hoy son básicos como vidrios eléctricos, aire acondicionado, radio eran cobrados como extra y obviamente subían el precio del vehículo.”
La tecnología a veces es evidente, pero en ocasiones no resulta tan perceptible, ya que se halla al interior del producto: “los autos son más caros ya que cada vez son más equipados con mayores prestaciones muy visibles como radios y también con mayores prestaciones en seguridad que no son tan visibles para los clientes, pero efectivamente incrementa de manera significativa el costo de las unidades” señala.
Paz conoce a detalle los gustos y preferencias en mercados en ambos lados del Río Bravo, pues fue responsable de la mercadotecnia de FIAT en los Estados Unidos.
Precisamente, en el caso de Estados Unidos , en base a datos del Índice de Precios al Consumidor de este país, de 1980 a 2020 los automóviles en promedio general para ese mercado experimentaron un incremento de 63%. Integrado y sin más consideración parece terrible. Aunque el incremento anual para automóviles en el vecino país fue de 1.23% por año, el incremento de precios de mercancías y servicios en general tuvo un promedio de 2.9% para el mismo periodo. ¡Los autos en realidad iban costando nominalmente más… pero con menor velocidad que el resto de indicadores! En este sentido, un auto de 15 mil dólares en 1980 es un auto con valor de 24 mil en 2020.
Resulta notable que, para este mercado, hay fuertes influencias en el indicador del Índice de Precios al Consumidor, como son costo de vivienda y servicios médicos, factores que en ese periodo se han disparado. Como ejemplo, sólo de 2000 a 2020 los costos hospitalarios subieron 204%, es decir un promedio de 5.7% al año, contra incrementos generales en precios en ese lapso de 2% por año.
Si bien es un sueño tener un Porsche o un Mercedes-Benz clásico, estos productos en su momento no contaban con la carga tecnológica de confort y seguridad con las que cuentan sus equivalentes contemporáneos. La presión de ONGs, del consumidor colectivamente, así como de competidores, mantiene a las armadoras en una carrera permanente por elevar el grado de sobreviviencia en accidentes, y en especial de su prevención.
Los proveedores de las armadoras participan en esta evolución constante, como es el caso de Eaton. Kevin Amper, ingeniero de pruebas senior de este fabricante, coincide: “considero que los autos son año con año más caros, más allá de la inflación” estima. “A mi parecer, estos incrementos van de la mano con los niveles, cada vez más estrictos, de requerimientos a gubernamentales o del mercado”.
El experto también reconoce el peso del propio consumidor en la subida de precios: “los consumidores nos hemos vuelto cada vez más exigentes. Buscamos más tecnología y sistemas más avanzados de "autonomía", llevados por los sistemas ADAS. El desarrollo y programación de los sistemas de control de ADAS son muy elevados.”
En el caso específico de la tecnología actual está usualmente aplicada en la pantalla central, así como el asiento, controles y botones, entre otras, pero la cual está avanzando para incluir volantes con auto viraje, comandos por voz, y tecnologías de tacto tanto de percepción como de alerta, convenientes, si también costosas.
Por su parte, el conjunto de sistemas avanzados de asistencia al piloto, mismo que eventualmente evolucionará para integrarse con la función de conducción autónoma, en la medida que el mercado vaya adoptando estas funciones: “lamentablemente, el mercado mexicano se mueve un tanto diferente al mercado estadounidense o europeo. En México, la gente busca una opción barata, que lo lleve y lo traiga sin problema y con el menor gasto de gasolina posible” añade Amper.
Toda esta tecnología efectivamente impacta el monto a pagar al adquirir el vehículo, pero se refleja en reducciones en pérdida de vidas tanto de ocupantes como de peatones y otros usuarios del camino.
Regresando al tema central, según la base de datos especializada de Jato, por tipo de carrocería, en 2010 el precio promedio de un sedán en México estaba en 304 mil pesos; un hatchback en 126 mil; y un deportivo-utilitario en 404 mil 381. Para el 2020, este promedio se ubicaba en 576 mil para sedanes; 443 mil para hatch y 854 mil para utilitarios. Esto refleja un 9.0, 25 y 11% de incremento por año para los correspondientes segmentos.
Parecería que la incorporación de modelos adicionales en utilitarios por parte de armadoras premium llevó hacia arriba el indicador. Las incorporaciones de oferta en el segmento de lujo o cambios dentro de las gamas hacen que los datos sean confusos pues, si de pronto se incorporan a la estadística SUVs de Infiniti, seguidas de opciones como Mercedes Benz GLS o BMW X5 M, el promedio se va a disparar, pero esto no significa que otros modelos de más volumen suban necesariamente de precio, simplemente los nuevos productos mueven hacia arriba el indicador general.
Buscando evadir este sesgo, decidimos analizar, de todas las opciones posibles, algunos productos de muestra, para comparar peras con peras. Decidimos explorar qué sucedió en años recientes con Ford Mustang, Seat Ibiza, Chevrolet Suburban y Porsche 911, modelos que han estado entre nosotros. Con la ayuda de la consultora Jato mapeamos los precios de versiones, dentro de lo posible, similares. Obviamente aún en esta selección se corrompería el resultado comparando una versión de Mustang V6 inicial contra un Shelby Cobra 500.
Incluso, buscando este nivel de detalle, de pronto una versión contra otra va a arrojar un incremento cuando en lugar de transmisión manual la armadora ahora solo ofrece versión con caja automática. Quizá entonces los deslizamientos de tipo de cambio son los culpables.
En el recuado se pueden ver los precios de esta selección, en dólares al tipo de cambio de cada año en referencia:
Ante la injerencia de factores cambiarios, tecnológicos y mercadológicos, efectuamos un ejercicio especial, utilizando no los volátiles pesos ni tampoco dólares, sino el referente global de valor económico: el oro.
Nos pareció interesante encontrar cuántos gramos de oro costarían ciertos vehículos que característicamente han permanecido en su nicho por suficientes décadas, además considerando un muestreo cruzado que abarcara tanto Europa como América. ¿Por qué no dejarlo en dólares? Porque en el vecino del norte también se cuecen habas y su moneda ha sido afectada por distintas dinámicas derivadas de deuda, panorama político y percepción de riesgo país a través de los años.
El oro
no es tampoco una medida absoluta pues, cuando el futuro de la economía se percibe en riesgo, el inversionista se refugia en este valor, mientras que ante un clima de optimismo el mercado decide convertir en líquido este metal, hasta cierto punto, con ánimo de buscar rendimientos más atractivos en valores bursátiles, deuda en mercados emergentes o valores tan disímiles como criptomonedas.
Con los datos brindados por Jato y usando como referencia el precio del oro por gramo spot establecimos la cantidad del preciado metal necesaria en 2005, 2010, 2015 y 2020 para adquirir estos icónicos modelos.
Buscando el precio de venta histórico por vehículo, expresado en gramos de oro, encontramos entonces que, considerando su peso en este metal precioso para los modelos seleccionados, los autos no mostraron clara tendencia de volverse más caros con el paso de los años. Gramo por gramo, en 15 años cayeron 50, 60 y casi 70 por ciento. Medido en quinquenios, observamos subidas y bajadas.
Un Porsche 911 Carrera requería el equivalente de 7 kilos del metal dorado en 2005, se mueve a 3 kilos en 2015, y 2.3 kilos para el 2020, casi los mismos kilogramos que se requerían en 2005 para un Mustang transmisión manual.
Evaluados bajo la métrica del oro, podemos considerar más barato adquirir hoy uno de los vehículos de esta selección, incluso con una oferta superior en tecnología, equipo y seguridad, que años atrás.
Por supuesto existen indicadores que podrían señalar otra historia, pero medir cuántos gramos de oro requieren estos modelos nos indican cómo ante un mercado que compara y evalúa otras alternativas, esta selección se mantiene sin grandes cambios. Siendo que no somos piratas del siglo XVII cargando doblones españoles en cofres, a la luz de este ejercicio lo que cabe considerar es vigilar cuánto proyectamos gastar en nuestro transporte sobre ruedas en el futuro.
Indudablemente, para los trabajadores, los salarios o utilidades respectivamente podrán sentirse en el tiempo con menor poder de compra, según los precios en general de la mercancía a adquirir. El poder adquisitivo del ingreso personal a su vez estará ligado a la economía nacional, la industria en que desempeñemos nuestra labor, oferta y demanda de mano de obra, aspectos fiscales, y costos operativos.
Por otra parte, la demanda por automóviles nuevos podría estar frente a una importante tendencia a la baja, lo cual moverá también los precios a favor de quienes decidan optar por movilidad personal patrimonial.
Rafael Paz, de Stellantis, ante esto declara: “las tecnologías de conducción autónoma y rideshare cada vez están ganando más adeptos”... “Este tipo de tecnologías son más populares con las nuevas generaciones. El público de mayor edad tiene muy arraigado el sentido de propiedad de las cosas.”
Distintas soluciones digitales como apps podrían ser fuente de una dinámica distinta en cuanto al auto: “Con las nuevas generaciones tener un auto (tristemente para nosotros) no es tan importante. Ellos ven un costo de transportación mensual que puede ser atendido por Ubers. No ven valor en tener un auto; de hecho, lo ven como un gasto” añade Paz.
Si bien también gracias a las apps se puede esperar un futuro donde varios propietarios poseen un auto de características superiores, compartiendo horas de uso y costos, disfrutando ocasionalmente quizá un Dodge Challenger, una RAM 1500 TRX o Peugeot 508, en lugar de dejarlo languidecer en un garaje la mayoría del tiempo como ocurre actualmente.
El valor del oro dista de ser una métrica absoluta, pues la demanda de China como comprador estratégico de este y otros valores reduce la oferta mundial, llevando al alza su precio. Esto impacta tanto al mencionado metal en específico como a toda suerte de mercancías e insumos, por lo que en tendencia, si bien con fuertes vaivenes, veremos al alza, junto con este metal, petróleo, gas natural, acero, alimentos y otras materias primas.
En este sentido, estacionamiento, peaje, combustibles, pólizas de seguro y neumáticos cada año nos parecen más caros numéricamente, pero medido en su peso en oro, parece que sigue igual.
Frente a este escenario, la única certeza es que el precio de los autos se mantendrá en ascenso, esperando la capacidad de adquirirlo del público siga este tendencia. Sin embargo, queda claro aún que cuando las marcas aumentan sus precios, el mercado los sigue pagando.