Unas semanas antes de que la pandemia causara los primeros estragos en la vida de todos los mexicanos (y del mundo entero), tuve la oportunidad de visitar la planta de Mazda en Salamanca, Guanajuato.
Se celebraba la fabricación de la unidad “un millón” de Mazda en nuestro país y un día antes de la ceremonia donde saldría la simbólica unidad de la línea de producción, tuve la oportunidad de recorrer algunas partes del complejo.
Entre las distintas generaciones de Mazda3 y Mazda CX-30 que se veían en la recepción de esta fábrica, me llamó la atención la exhibición de dos placas que simbolizan momentos muy importantes para la marca y, al mismo tiempo, me hicieron recordar tiempos de mayor prosperidad en la industria automotriz de nuestro país.
Se trataba de un par de placas que conmemoran el inicio en la construcción de la planta y el comienzo de la producción de Mazda en nuestro país. Cada una de esas chapas estaba firmada, respectivamente, por Felipe Calderón, quien era presidente de México en 2012 y Enrique Peña Nieto, quien fungía como jefe del ejecutivo en 2014.
Estos monolitos simbólicos me hicieron recordar cómo hace unos años era “normal” escuchar anuncios de inversión de distintas marcas. Ya fuera para ampliar sus complejos, agregar plantas en nuestro territorio o aventurarse a iniciar la fabricación de autos en nuestro país, compañías como Audi, BMW, Ford, KIA , Toyota, la propia Mazda y muchas otras, se animaron a invertir miles de millones de dólares en México para construir sus fábricas en distintos estados.
Hace una semana, General Motors anunció la inversión de más de mil millones de dólares para la ampliación de uno de sus complejos en México, donde se espera inicie la producción de uno de sus muchos autos eléctricos en el futuro. Sin embargo, fuera de este anuncio, no había habido noticias de esta índole en los últimos tres años (periodo que coincide con el gobierno en turno).
Frente a esta situación, es válida la interrogante del por qué no han habido anuncios de inversión en los recientes años, ¿se debe a la política económica del gobierno en turno?, ¿México ha dejado de ser atractivo para las compañías automotrices?
La realidad es que esto obedece a múltiples factores entre los cuales puede estar involucrado el hecho de que las calificaciones para invertir en México han bajado. Sin embargo, la propia industria automotriz pasa por un momento donde es más complejo que antes abrir plantas como se hacía antes.
El primero de ellos es el ciclo de las inversiones , pues si consideramos que la construcción de estas plantas tiene relativamente poco, no habría una urgencia en construir más en el mismo territorio.
El segundo tiene que ver con la transición hacia la movilidad eléctrica. Y es que prácticamente todas las marcas han anunciado su cambio de dirección hacia la producción de vehículos eléctricos y frente a este escenario, se realizan evaluaciones de qué tipos de modelos y carrocerías vale la pena construir y cuáles de estos serán enfocados en ciertas regiones. Es decir, podemos esperar que en Norteamérica se produzcan las SUVs eléctricas , en Europa los compactos y así, progresivamente.
No obstante, frente a esta misma cuestión es donde puede depender el futuro de las inversiones de nuestro país, pues ante un escenario donde se prefieren las políticas ambientales que favorecen las energías limpias, queda mucho por hacer y cambiar para que México sea un terreno atractivo para las marcas automotrices.
Si bien la inversión de General Motors nos hace pensar que la transición hacia la manufactura de autos eléctricos en México será natural, esto está lejos de ser una certeza, pues para una inversión de esas dimensiones se concrete, se contemplan muchos factores donde los incentivos al uso de dichas tecnologías juegan un rol muy importante.