No sería en un , sino en la Feria Mundial de Nueva York , el 17 de abril de 1964, donde Lee Iacocca presentara al mundo este nuevo auto con nombre de avión. Buscando llegar a un mercado más amplio, Ford utiliza la plataforma del Falcon para dar cabida en su gama a un producto que ofreciera aspecto deportivo con un precio alcanzable.

El camino a este exitoso producto estuvo repleto de mejoras, imitación y rebases mercadológicos entre competidores. Aunque la idea tras el lanzamiento de su antecesor, el Thunderbird , era competir con el , mismo que hubiera tomado inspiración en modelos italianos, el rango de precio y la especialización de un coupé con solamente 2 plazas dejaban abierta la puerta al segmento que abriría el .

Por qué amamos al Mustang
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Aunque el prototipo inicial de 1962 buscaba definir cómo competiría contra el Corvair , la realidad del mercado se impondría en el proceso. El Thunderbird no se vendía muy bien, pero tampoco el Corvair , de ahí la decisión de desarrollar un 2+2 de precio alcanzable, la cual queda aprobada en septiembre de 1962. La propuesta de diseño del equipo que involucró a David Ash , con colaboración de Charlie Phaneuf , John Foster , John Najjar e interiores de la pluma de Damon Woods , todos bajo la dirección de Joe Oros, es elegida en marzo de 1964.

Por qué amamos al Mustang
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Para los estándares de la época este diseño se consideraba compacto, pero abriría la pauta a lo que con posterioridad se denominaría “ pony car ”. Su construcción buscaba tener una rigidez torsional superior a los demás productos tanto de la marca como de competidores, por lo que, a pesar de compartir componentes con el Falcon y Fairlane , su estructura era de nuevo diseño.

Tal fue el éxito en su lanzamiento que competidores se sumaron rápidamente en este nuevo nicho, llegando con posterioridad sus acérrimos rivales, de General Motors , , seguido por Pontiac Firebird , así como la propuesta de AMC, el Javelin . Aunque podría pensarse en el Barracuda como una respuesta al Mustang , la realidad es que fue presentado dos semanas antes al público, con lo que podemos notar lo atractivo que resultaba este nicho. Hasta en casas como Aston Martin puede verse la influencia del Mustang cuando notamos las semejanzas en la línea exterior del AM V8 , sucesor del DBS .

Por qué amamos al Mustang
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El nombre asignado a este producto no venía directamente del mundo ecuestre, sino como homenaje a la aeronave de combate North American Aviation P-51 , en cuya prolongada silueta con motor al frente y cabina redondeada podemos notar la línea de diseño que uno de los autores del automóvil , Najjar detectaría como semejante. Sin embargo, las referencias del nombre corporativamente fueron reorientadas hacia los caballos, con su mística del vaquero y la libertad. Otros nombres que surgieron en la búsqueda se utilizarían posteriormente en productos Ford , como Torino y Cougar . De hecho este era el nombre del concepto original, siendo un gran felino estadounidense, pero finalmente quedaría aplicado en su producto hermano comercializado bajo la marca Mercury , y ganando la competencia la silueta cabalgando a la izquierda, rumbo al oeste.

De los más de 121 mil que se vendieran en la parte de 1964 que llega al público, se dispararían a 559 mil para 1965 y 607 mil para 1966. La demanda por este nuevo modelo fue tal que hasta el prototipo promocional serie 5F08F100001, del que no estaba planeada su venta, fue adquirido por un entusiasta, el canadiense Stanley Tucker , siendo en su momento el único Mustang rodando en manos de un particular. No sería recuperado por Ford hasta que le ofrecieron la unidad 1 millón, en 1966. En México no se quedó atrás la llegada de Mustang , ya estaba disponible como año modelo 1965, pues se producía en territorio nacional.

Por qué amamos al Mustang
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Aunque la motivación mercadológica de su lanzamiento era ofrecer un auto con aspecto deportivo , este purasangre no se quedaría sólo en apariencias. Tanto el legendario Carroll Shelby como muchos otros modificadores especializados darían su toque al Mustang , para participar en Indianápolis, los circuitos NHRA de arrancones, NASCAR , la FIA GT3 e incluso la peculiar combinación de arte y deporte que ejecuta Ken Block, con el denominado Hoonicorn construido por Vaughn Gittin Junior, de tracción integral con motor biturbo de 845 caballos y mil 250 libras pie de torque.

A pesar que algunos desprecian la segunda generación , lanzada en 1973, el Mustang II que llegó a tener sólo 85 hp permitió a la marca competir con opciones asiáticas y seguir ofreciendo un auto de orientación deportiva en un entorno difícil por el encarecimiento del combustible y la correspondiente crisis económica global imperante, lo que demostró con ventas de más de un millón de unidades durante su vigencia.

Por qué amamos al Mustang
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La llegada de la tercera generación en 1979, basada en la plataforma Fox, vendería 2.6 millones de unidades.

Por qué amamos al Mustang
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Las cuarta y quinta instancias del potro, en 1994 y 2005 respectivamente, verían un retorno de la abundancia de caballaje y versiones alternativas orientadas a los entusiastas como Boss, Mach1, Bullit y Cobra.

Por qué amamos al Mustang
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La sexta instancia del pony car llega en 2015, por lo que podemos esperar que siga establecida hasta quizá 2024.

Por qué amamos al Mustang
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Con más de 10 millones de unidades vendidas, desde sus inicios a la fecha el Mustang ofrece poder y dinamismo sin incursionar en precios estratosféricos, para entusiastas deseosos de divertirse y no buscando una pieza de museo.

Para 2020 está anunciado el lanzamiento del Shelby GT500, con un caballaje de 760 hp, el auto de más poder que Ford haya producido en su historia, incluso por encima de los GT40 y sus sucesores GT.

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