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Con las más recientes presentaciones de pick-ups en el mercado norteamericano, eso de catalogarlos como vehículos de trabajo es un poco injusto, ya que en la actualidad estas camionetas están perfiladas para ser una solución a todo tipo de necesidades del cliente.
Teniendo en cuenta esta situación, desde hace algunos años, hemos sido testigos de cómo estos vehículos han sido dotadas de un equipamiento y confort que algunas marcas de lujo desearían tener.
En México, una de las pick-ups que más arraigo ha logrado atraer con el púbico por su legado es la Chevrolet Cheyenne . Ésta no solo ha logrado posicionarse dentro del nicho de las camionetas, sino también en la mente de los mexicanos, por aquel slogan: “¿y la Cheyenne apá?” , que formaba parte de la campaña publicitaria de la generación anterior. Es decir, la antecesora a la camioneta que tuvimos la oportunidad de manejar de manera anticipada a su comercialización en el mercado nacional.
Sin perder su esencia. Debido a que se trata de una nueva etapa en la historia de la Cheyenne , los cambios que hay respecto a su antecesora son más que relevantes. Al tratarse de un vehículo destinado a la carga , una de sus grandes evoluciones la podemos encontrar en la caja, la cual ofrece un mayor volumen de capacidad que no solo es mayor al de la versión que reemplaza, sino que es el mejor de su competencia.
Como todo principio tecnológico (entendido como la ciencia aplicada a la resolución de problemas concretos), en Chevrolet se pusieron como tarea encontrar puntos que vuelvan más sencillo el trabajo en su nueva Cheyenne.
Así, pues, encontramos que el accionamiento de la tapa de la caja ahora es más sencillo, gracias a la presencia de un botón que genera que la compuerta baje y suba de manera suave sin tener que realizar un gran esfuerzo, como en todas las pick-ups que conocemos.
Esto se resalta si consideramos que existe la opción de operarse de manera remota desde el control del llavero o mediante un botón situado en el tablero.
Otras novedades disponibles en la caja es la iluminación de LED, una toma de corriente de 120 volts y los escalones situados en las esquinas de la defensa trasera. Algo que también llama la atención en la nueva generación de Cheyenne es que, a pesar de ser un vehículo más grande (41 mm), es casi 200 kilogramos más ligera que la versión que reemplaza, gracias al uso extensivo de aluminio en distintos páneles de la carrocería.
Esta dieta no solo queda registrada en la báscula, sino que también es perceptible en la conducción. Ahora, desde el despegue es posible alcanzar una mayor velocidad en menor tiempo, ya que al mejorar la relación peso/potencia la respuesta del vehículo es más eficaz. Resulta impresionante como aun con las dimensiones, la capacidad de aceleración es súbita.
En pocas palabras, hay poder de sobra para las tareas de carga y arrastre. Aún con el lastre en la parte posterior, el empuje de la camioneta es más que suficiente para ir con la batea llena de carga, o bien, llevando un remolque. Si bien la anterior Cheyenne ya ofrecía una manejo menos tosco a lo acostumbrado en su segmento, la nueva generación da un salto enorme cuando se habla de la suavidad.
Gracias a su configuración, quedó en el olvido esa sensación de brincoteo cuando no existía carga en la caja. Ahora, todo es distinto, pues el rebote de la de carrocería es imperceptible.
Esto se debe a la rigidez del chasis y que la suspensión fue mejorada para lograr una mayor absorción y por ende hacerla menos dura. Aunque se trata de un sistema de suspensión trasera totalmente diferente, bien podemos decir que el manejo es parecido al de una Suburban.
Al ser más ligera y adoptar una serie de tecnologías como el sistema de desactivación de los cilindros, el sistema de apagado y encendido del motor y la transmisión automática de 10 velocidades, la nueva Cheyenne es más eficiente que la generación anterior a pesar de equipar un enorme V8 de 6.2 litros.
Gracias a la disposición de una carrocería más grande, la cabina interior goza de un enorme aumento en sus dimensiones, lo que favorece a un espacio más amplio y que permitió a los ingenieros de Chevrolet de pensar en un interior altamente tecnológico.
En él destacan la gran cantidad de compartimientos que hay para guardar desde una caja de herramientas hasta un lápiz.
Asimismo, tenemos a nuestra disposición entradas USB, tomas de corriente de 120 volts,, una pantalla táctil y, en el caso de la versión High Country, un impresionante sistema de sonido Bose y carga inalámbrica de teléfonos.
La comercialización de esta esperada pick-up en el mercado mexicano a finales de febrero. Los precios de esta camioneta aún no han sido comunicados pero podemos esperar que su precio de entrada estará por encima de los 800 mil pesos y la versión tope de gama supere el millón 100 mil pesos, al igual que los modelos de su competencia más cercana.