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Si pensamos en un auto deportivo, seguramente se nos vienen a la mente marcas como Porsche, Lamborghini o Ferrari, pero jamás pensaríamos en un Peugeot (a menos que sepamos un poco de su historia). La firma del león por emblema durante muchas décadas buscó formar parte del segmento deportivo-premium, pero no encontraban la forma de hacerlo.
Entre algunos intentos, a principios del siglo presentaron un concepto de nombre 907 para intentar, una vez más, hacer presencia en el segmento deportivo. Para este proyecto, la firma europea no se guardó nada y tenía en la mira a marcas como Ferrari o McLaren, pero necesitaban un auto realmente llamativo para lograrlo.
En ese sentido, la imagen del Peugeot 907 se caracterizó por ser una de las más atractivas de su época. Siguiendo los cánones, echaban mano de un cofre largo, habitáculo corto, tomas de aire laterales, rines de gran tamaño y una silueta coupé atractiva por donde se le mirara.
Como era de esperarse, equipaba algunos elementos de otros modelos de la marca, como un cuerpo de iluminación frontal similar al 207 y unas calaveras que, desde algunos ángulos, se asemejaban al Peugeot 407.
La carrocería estaba construida en fibra de carbono para disminuir el peso y, según la marca, todas las tomas de aire eran completamente funcionales para mejorar su aerodinámica a altas velocidades y reducir el coeficiente de arrastre.
Para tener coherencia con la propuesta exterior de diseño, el interior presumía algunos elementos completamente futuristas para aquellos años. Una pantalla central en la parte alta de la consola central, salidas de aire acondicionado ovaladas y un clúster con detalles cromados mostraban que el 907 era un coche con tinte lujoso también.
Parte importante de un superdeportivo es el motor, y en este caso no se guardaron nada y fueron por la configuración de motor más grande para la época. Se trata de un motor V12 de 5.9 litros con una potencia equivalente a poco más de 500 caballos de fuerza y un corte de inyección a las 6 mil 500 revoluciones por minuto.
Con el concepto terminado, Peugeot se presentó en el Salón de París de 2004 y enseñó su auto por primera vez al público. Las personas se maravillaron con lo que la firma francesa podía hacer para competir contra marcas de más alto nivel.
En su momento, Peugeot anunció que la producción sería limitad a 50 unidades en todo el mundo y se dice que algunos pedidos ya estaban en proceso.
Sin embargo, de un momento a otro, Peugeot “borró” del mapa al 907 y jamás volvió a hablar del modelo. Los motivos por los que la firma decidió cancelar el proyecto no fueron aclarados, pero se les regresó el dinero a los clientes.
La marca se “olvidó” del 907 y quedó como un pero prototipo del que pocos detalles se saben. No obstante, este es uno de los ejemplos más claros que, a veces, una marca generalista puede poder tiempo, empeño y recursos, a creaciones que están a la altura de los mejores.
