Mi auto tiene una CVT pero, ¿qué significa eso?

Cada vez resulta más común leer que el nuevo auto de una marca llega con transmisión CVT y que tiene un número dado de velocidades simuladas. Esto suena confuso y hasta cierto punto, ilógico, pues por qué serían cambios aparentes si ahí están.

Recuerdo que cuando salió la sexta generación de Nissan Sentra, por allá de 2007, la marca anunciaba una transmisión de cambios infinitos llamada Xtronic CVT. Dada mi corta edad en aquel entonces, sonaba como algo fantástico salido de alguna película de ciencia ficción. Pasados los años, al manejar un auto con CVT empecé a comprender las intenciones explicativas de aquel anuncio. Por cierto, CVT hace alusión a Transmisión Continuamente Variable , por sus siglas en inglés.

Aunque no recuerdo exactamente cuál fue el primer vehículo que manejé con este tipo de caja, sí recuerdo la vez que mis papás tenían una confusión al respecto cuando en casa había un Suzuki SX4 X-Over. Para ellos, que aprendieron a manejar manual y con el paso de los años también tuvieron manejaron automáticos, la sensación de empuje sin cambios era algo extraño.

Desde el punto de vista mecánico, una CVT es más sencilla que una automática tradicional (cuyo nombre técnico es de convertidor de par) pues no cuenta con un número dado de engranes , que son lo que todos llamamos velocidades. La forma en la que transfiere la fuerza del motor a las ruedas es mediante dos poleas unidas por una cadena. Dichas poleas se encargan de alterar la velocidad de giro y la longitud de la banda para adaptarse a las necesidades del conductor.

¿Eso quiere decir que gira siempre de la misma manera? La respuesta es no, porque de la mano de la electrónica es que se le da la orden a la transmisión de los momentos específicos en los cuales hacer cambios en las poleas y cadena para recrear los cambios de velocidad. Al día de hoy, existen CVTs con 7 “cambios” predeterminados para hacer la experiencia diaria más placentera.

Ahora bien, si nos enfrentamos a una subida pronunciada, un automático cambiaría hasta alguna marcha para mantener el ritmo pero eventualmente tendría que bajar, digamos, de tercera a segunda, para poder continuar. En el caso de las CVT no es así dado que encuentra la manera de mover el coche sin titubear, como si estuviera en “segunda y media” velocidad, por ejemplo. Ahora esa frase de cambios infinitos cobra todo el sentido del mundo.

Las respuestas que más sorprenden a los conductores, como fue el caso de mis papás, es que al acelerar existe un sonido particular de este tipo de transmisiones, como si el auto estuviera acelerado. Por otro lado, la sensación de potencia es distinta ya que no se perciben los usuales empujones hacia atrás cuando aceleramos a fondo en una automática regular.

Las primeras CVT quizá no fueron las más confiables hace más de una década pero al día de hoy, han mejorado notablemente tanto desde la mecánica como en la experiencia de manejo. Por ejemplo, Toyota desarrolló una marcha inicial , que agiliza los arranques desde cero.

Este tipo de transmisiones tienden a emplearse en autos de acceso y con potencias no tan elevadas. Además del manejo relajado , ofrecen mejores consumos por lo lineal de su respuesta y, en varios casos, sustituyen esas cajas automáticas de cuatro velocidades, como fue el caso de Renault Duster.

Al día de hoy, mi mamá maneja un Toyota Corolla que describe como un auto ideal para todos los días, de manejo cómodo que cambiaría por uno de la generación actual. Ahora que entiende más sobre cómo sacarle el mayor provecho a una CVT, está feliz por lo lineal que resulta en entornos urbanos.

Desde un punto de vista más pasional, una CVT no es la mejor mancuerna de la deportividad pero aún así existen vehículos que se desempeñan bien a pesar de ello, como puede ser Acura Integra.

Independientemente de si me gustan o no, las transmisiones continuamente variables representan un gran desarrollo tecnológico para la industria automotriz. Cada vez se perfeccionan más con el objetivo de ser durables y más conectadas con el manejo sin olvidarse de su característica principal, que es la eficiencia.