Cuando un auto nuevo sufre algún desperfecto o error de fábrica la mejor opción es llevarlo al concesionario donde se adquirió. Tal como lo hizo Frank Statti, un hombre de origen canadiense que llevó su Nissan Altima a una agencia de la región y fue víctima de algo insólito.

La cámara de reversa de su Altima estaba defectuosa y decidió llamar a la agencia, donde le informaron que necesitaban quedarse con el vehículo un par de días. Sin embargo, el dueño del auto japonés instaló un dispositivo para controlar su conducción. Este sistema que fue ensamblado por su le dio acceso a una aplicación móvil con la cual podría rastrear el auto.

Cuando Frank revisó el estado del vehículo, se dio cuenta que no estaba al interior de la agencia. El conductor pensó que alguien le había robado su Altima y llamó a la policía, según informó al medio local GlobalNews. Según los datos que las autoridades le proporcionaron, el modelo era conducido a más de 148 kilómetros por hora.

Además de ser manejado muy por encima del límite de velocidad, el coche japonés se encontraba a 90 kilómetros de la ubicación del concesionario.

El vehículo no había sido robado, sino que uno de los empleados del lugar se lo había llevado. La marca japonesa no se disculpó, y culpó al propietario del coche. argumentó que llamarían a la policía porque Statti estaba “rastreando al empleado de manera ilegal”.

“Teníamos permiso para llevarnos el vehículo a casa, informamos que estaba afuera de la ciudad y hay tres testigos que nos respaldan. A veces, si no podemos diagnosticar un vehículo le preguntamos al consumidor si podemos llevarlo a nuestra casa, para ver si podemos diagnosticar o arreglar la falla por la noche”, añadió Tim Hoogars, socio operativo de la agencia.

El suceso fue reportado desde el mes de marzo y al día de hoy aún no le dan una solución al dueño acerca de su cámara, pero sin duda lo que Statti jamás volverá a tener es confianza en la marca.

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