Al escuchar la palabra ‘ epilepsia ’, la mayoría de las personas la relacionarán, de inmediato, con ‘ convulsiones ’. Por eso, resulta difícil imaginar que un paciente con dicho trastorno cerebral sea capaz de manejar un automóvil. Sin embargo, en algunos casos se puede llevar a cabo esta actividad, aunque con sus respectivas precauciones.
La epilepsia ocurre debido al aumento de la actividad eléctrica de las neuronas en alguna zona del cerebro , lo cual afecta directamente las funciones de éste. Quien la padece “puede sufrir una serie de convulsiones o movimientos corporales sin control de manera repetitiva (ataque epiléptico )”, detallan especialistas del Centro Médico ABC.
Dicha institución explica que los episodios se clasifican en generalizados y focales o parciales. Los primeros se producen en todas las áreas del cerebro y se subdividen en seis tipos: de ausencia, atónicos, clónicos, mioclónicos, tónicos y tonicoclónicos. Mientras que los focales suceden en una sola parte del cerebro y existen dos categorías: sin pérdida del conocimiento y con alteración de la conciencia.
Según el tipo de convulsiones y de factores como si el paciente es o no farmacorresistente, la epilepsia puede tratarse con medicamentos, cirugía o dispositivos eléctricos; el objetivo es disminuir las crisis y mejorar la calidad de vida.
Fundación Mapfre advierte que “el conductor epiléptico tiene un riesgo potencial de accidente, por la posibilidad de pérdida de conciencia y los efectos secundarios de la medicación”. No obstante, si lleva cierto tiempo sin presentar crisis , tiene un estilo de vida saludable y cumple a cabalidad con su tratamiento, puede obtener el visto bueno de su médico para tomar el volante.
Al respecto, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) señalan que, dependiendo de las políticas locales, el periodo sin convulsiones a comprobar “oscila entre unos cuantos meses hasta más de un año”.
Asimismo, es importante demostrar que las crisis “solamente le ocurren mientras duerme” o, bien, que el paciente experimenta signos de advertencia (aura) sobre una probable convulsión , lo cual le dará tiempo para orillarse, pedir ayuda o ingerir algún medicamento de emergencia, por ejemplo.
De ahí que la fundación de origen español exhorta a los especialistas a educar muy bien a los pacientes, para que conozcan las características individuales de su epilepsia y se apeguen de manera estricta al tratamiento.
Además, estos automovilistas deben llevar “el informe médico en un lugar visible dentro del vehículo, para que puedan ser correctamente atendidos, y transportar su medicación de urgencia en un sitio accesible”.
Cabe decir que, a pesar del tratamiento, las personas que tienden a lidiar con episodios tonicoclónicos no pueden conducir, ya que “son el tipo de crisis epiléptica más intenso y causan pérdida abrupta del conocimiento”, indica el Centro Médico ABC.
Más allá del permiso médico y legal, Fundación Mapfre aconseja a los pacientes epilépticos "evitar la conducción nocturna, los periodos prolongados de conducción sin descansos o conducir en la primera semana de un nuevo tratamiento o tras un incremento de la dosis”.
También es muy importante “descansar suficientemente antes de realizar un viaje, conocer los efectos secundarios de los medicamentos y no ocultar las crisis a los médicos”, a fin de conseguir el tratamiento adecuado.