Al momento de leer, no visualizas palabra por palabra, sino que enfocas la frase completa. Lo mismo ocurre al conducir: no solo estás pendiente de lo que sucede frente a ti, necesitas una perspectiva más panorámica para efectuar tus traslados con mayor seguridad. Ahí entra en juego tu visión periférica .
“La visión periférica es el campo de visión que se produce alrededor del foco central y tiene una gran importancia para apreciar los detalles. Por este motivo, es muy importante en nuestras actividades diarias, como leer o escribir, y en acciones que requieren gran precisión, como conducir o la práctica de ciertos deportes”, señalan los expertos de la Clínica Baviera, institución europea referente en la rama de la oftalmología .
Si este tipo de visión registra un movimiento o ruido que llame la atención, ‘obligará’ al automovilista a voltear para obtener una perspectiva frontal de los hechos. Pero, si la capacidad de estos ‘ ojos ’ laterales comienza a disminuir, el conductor tendrá problemas, sobre todo, para ejecutar ciertas maniobras como estacionarse, dar vuelta y sortear un cruce.
Obviamente, su efectividad estará sujeta a la velocidad del vehículo. De acuerdo con el Colegio Oficial de Ópticos - Optometristas de Andalucía, “una reducción de velocidad de 10 km/h puede mejorar nuestra visión periférica entre 7° y 10°”. Por ejemplo, si vas a 35 km/h cubres, aproximadamente, un ángulo de 104°. A esta velocidad, “sería fácil detectar objetos situados fuera de los márgenes de la carretera”.
El COOOA reporta que al alcanzar 65 km/h, la visión periférica se acorta a 70°. Y si circulas a 130 km/h (la Organización Mundial de la Salud aconseja que el límite en carreteras y autopistas sea de 120 km/h), “aparece el 'efecto túnel', limitando la visión a un ángulo de 30°. Se dejan de percibir objetos a ambos lados de la vía, como señales, semáforos, animales que puedan irrumpir en el camino, obstáculos o peatones”.
¿Ya no ves como antes?
Son muchas las causas que pueden deteriorar la visión periférica . Sin embargo, la más común es el glaucoma (particularmente el tipo de ángulo abierto), una afección que daña al nervio óptico y la cual es el principal motivo de ceguera en personas mayores de 60 años. Por desgracia, es una enfermedad incurable, que tiende a ser hereditaria y asintomática.
De ahí que es tan importante estar pendiente de cualquier cambio, por mínimo que parezca, y someterse a una revisión ocular periódicamente, en especial después de los 40 años o si se cuenta con antecedentes familiares de glaucoma.
Además de dicho padecimiento, la visión periférica es perjudicada por accidentes cerebrovasculares (solo uno de los lados resulta afectado), degeneración macular, retinopatía diabética, cataratas, lesiones o hemorragias oculares, retinitis pigmentosa y migrañas (daño temporal).
Ejercita tus ojos
Optimizar la visión periférica nos permitirá “conducir con más pericia y seguridad”, asegura la Clínica Baviera, que propone las siguientes actividades para mejorarla:
1. Expandir progresivamente el campo visual , partiendo de un elemento principal en el que fijamos la vista .
2. Fijar la vista en un foco central y, sin dejar de mirarlo, colocar los dos dedos índices a la altura de los ojos . Después, separar los dedos poco a poco hasta donde los sigas visualizando .
3. Leer líneas desde la segunda o tercera palabra y, al llegar a la penúltima o antepenúltima, cambiar de línea. Así, “obligamos a nuestra visión periférica a esforzarse al máximo para leer las palabras que nos saltamos”.
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4. Fijar la vista en un punto fijo e ir cambiando nuestra atención a otros puntos situados en la periferia .
5. Tratar de encestar bolas de papel, pero sin seguirlas con la mirada .