Si bien hoy en día es común encontrarnos con SUVs con cifras de potencia estratosféricas, a principio del siglo la historia era completamente diferente. En aquellos años, BMW se aventuró lanzando un concepto que tomaba todo lo aprendido de la firma alemana en sus seriales de competiciones y lo presentaba en un empaque “familiar”.
Bajo el nombre X5 Le Mans, BMW presentó lo que se considera como la primera “supercamioneta”. Pese a ser un concepto era 100 por ciento funcional y bajo el cofre escondía al motor V12 ganador de Le Mans en 1999.
Su estreno público fue en el Salón de Ginebra, tomando como base una X5, pero las modificaciones eran más que evidentes en todos los sentidos. Su estética adoptaba un cofre con una gran toma de aire, rines especiales, faldones laterales y salpicaderas más anchas.
Por dentro destacaban los asientos Recaro y una jaula que protegía a los ocupantes en caso de volcadura. De ahí en fuera, se podía notar como una X5 convencional, pero lo realmente especial estaba bajo toda la carrocería.
BMW retocó de sobremanera la suspensión, rebajándola 30 milímetros para mejorar su estabilidad a altas velocidades. De igual manera, BMW puso una serie de refuerzos en la estructura de la camioneta para soportar semejante poder, sin descuidar el reparto de pesos que quedó casi idéntico entre ambos ejes.
Para demostrar que iba más allá de solo “un concepto” BMW decidió llevar a la X5 Le Mans a Nürburgring , la pista de carreras más demandante del mundo. La idea de la firma alemana era solamente demostrar que podía ser usada en pista, pero terminaron dándose cuenta de que podían establecer un récord .
En las manos de Hans Joachim Stuck, la BMW X5 Le Mans marcó un tiempo de 7 minutos con 49 segundos , rompiendo el récord para camionetas en el famoso “Infierno Verde”. Este récord duraría casi 20 años, en el cual se alcanzó una velocidad de 311 km/h según las métricas de BMW.
No se saben las especificaciones a detalle del tren de poder de la camioneta, pues fue un secreto que BMW guardó hasta el día de hoy. Se dice que contaba con poco más de 700 caballos de fuerza y su aceleración de 0 a 100 km/h era de apenas 4.7 segundos, algo sumamente impresionante para principios del siglo.
Lo que se sabe es que BMW tuvo que desarrollar una transmisión manual de 6 velocidades especial para soportar la potencia del motor en este concepto. Muchos de los elementos estaban fabricados en fibra de carbono forjada, algo novedoso para la época.
El peso final de la X5 Le Mans V12 se calculó en las 2.1 toneladas, pues el esquema de tracción integral y semejante motor le añadían algunos kilos a la creación. Pese a su gran desempeño y popularidad, este vehículo quedó solamente en etapa de concepto.
Sin embargo, es un hecho que cambió la historia de las camionetas deportivas de la actualidad. Sin la BMW X5 V12 Le Mans, las SUVs no hubieran visto una explosión en términos de desempeño como se puede notar en la actualidad.