El paso del tiempo en la industria automotriz nos puede decir mucho de la evolución de los productos, de la vida industrial nacional y hasta de la situación económica de nuestro país.

Ser testigo de esa transformación es un privilegio que Leopoldo Guadarrama González tiene de manera excepcional, pues este ingeniero mexicano no solo ha tenido contacto directo con la industria automotriz desde 1975 en la planta de Jeep en Toluca, Estado de México, sino que tiene la peculiaridad de haber transmitido el gusto por la manufactura automotriz a tres generaciones más de su familia.

Al igual que muchos mexicanos que se ven marcados por la presencia de una planta automotriz en su pueblo natal, Leopoldo Guadarrama señala que su sueño desde pequeño fue entrar a trabajar a la planta de Chrysler en la capital del Estado de México desde que fue inaugurada en 1968.

Tan solo siete años después , “El Bigotes”, como es ampliamente conocido dentro de esta planta de producción, cumplió su sueño de entrar a trabajar y de ser parte de la historia de Chrysler en nuestro país. En ese entonces, la planta iniciaba la fabricación de la famosa Serie K de Chrysler y se generaba una polémica en el interior de la empresa pues era la primera ocasión que se le asignaba a una planta de México la producción de un vehículo tan importante para la marca en términos de volumen.

“Recuerdo que nos dijeron que los japoneses y los norteamericanos protestaron por esta decisión, pues sentían que les quitábamos algo que les pertenecía. Incluso, nos llevaron a Michigan a enseñarnos los procesos de manufactura y ahí mismo se dieron cuenta de la eficacia de la mano de obra mexicana, pues en menos tiempo hacíamos el mismo trabajo que ellos”, declara Leopoldo Guadarrama.

El tiempo pasó y, a lo largo de las líneas de producción en Toluca, han pasado productos como la PT Cruiser, la Jeep Liberty , el Fiat 500 e, incluso, su más reciente muestra de innovación en producción: la versión eléctrica del mismo. Sin embargo, para Leopoldo Guadarrama, el mayor orgullo de su trayectoria es el haber inspirado a sus dos hijos y su nieto para involucrarse en la planta que tiene un impacto importante en la vida de los toluqueños.

Sergio, su primer hijo, labora de manera constante con el secretario del sindicato de trabajadores de la planta y; Leopoldo Jr, ha trabajo más de 20 años en diversas áreas que van desde la supervisión de componentes de tren motriz hasta la capacitación de talento para nuevos productos como el Fiat 500 eléctrico.

No obstante, el legado de la familia Guadarrama no se detiene en ellos sino que ahora Sergio Guadarrama Rosales, nieto de Don Leopoldo , también se ha incorporado a las labores de la fábrica a la vez que concluye sus estudios de ingeniería para crecer y, según sus propias palabras, superar la trayectoria que su familia ha conseguido.

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