Hubo un tiempo en el que los autos más populares del mundo eran tan exitosos en ventas como memorables en su diseño. Modelos como el Model T, el Vocho , la Kombi y el Mustang lograron un excelente balance entre rentabilidad y emoción.
Otros ejemplares como el Fiat 500, el Mini y el Renault 5 se volvieron opciones lógicas que, con el paso del tiempo, se colocaron como autos entrañables en mercados de distintos países.
Años más tarde, llegó el Corolla de Toyota y con su inaudito éxito de ventas a nivel global, se entendió que el uso de la lógica sobre la emoción era la fórmula a seguir para conseguir que un auto tomara la categoría de “universal”. Es decir, que no importara el país en el que se vendiera, este debía ser una buena opción.
Este principio funciona hasta nuestros días y bajo esa estrategia comercial, hoy vemos cómo casi todos los productos de algunas marcas comparten plataforma, componentes mecánicos y materiales de construcción.
Esto, además de reducir los costos de producción de los autos en la actualidad, ha generado una uniformidad positiva en el equipamiento de los coches. Básicamente, es difícil encontrar un modelo nuev o que falle de manera sistemática en sus componentes mecánicos y eso es algo que deberíamos apreciar.
Hasta hace unos años, era extremadamente común encontrar autos varados en las calles por sobrecalentamiento del motor, unidades desvieladas o fallas tan absurdas que en la actualidad provocarían una crisis severa en una marca.
El lado negativo de esta uniformidad es que hoy, la gran mayoría de los autos se parecen. En aspecto y en experiencia de manejo.
El controversial periodista británico, Jeremy Clarkson , alguna vez señaló que el desinterés de los jóvenes por aprender a manejar o tener un auto obedece a esto. El ex conductor de Top Gear aseguraba que si le ponían una venda en los ojos, lo subían a manejar a un KIA y le decían que era un Renault, no notaría diferencias porque la sensación es la misma.
Naturalmente, hay que tomar distancia de las exageraciones de un personaje como ese, sin embargo, coincido en que hay muy pocas diferencias entre la mayoría de los productos generalistas. Desde la misma concepción de los autos.
El éxito de Tesla a nivel mundial obedece a muchas razones que van desde la naturaleza de sus motores, hasta su tecnología de vanguardia. Sin embargo, desde mi punto de vista, uno de los principales factores de su notoriedad es el no tomarse tan enserio como compañía y el no perder de vista la encomienda de emocionar a la gente.
Resulta sumamente refrescante encontrar que la compañía automotriz mejor valorada en la Bolsa de Valores en la actualidad tiene por líder a un “rockstar” que tuitea memes, le contesta a bloggers y también acusa a su competencia.
De hecho, el sudafricano ha dicho que la principal ventaja de él sobre el resto de las marcas de autos es que todos los productos de la competencia están concebidos bajo objetivos, financieros y no emocionales.
Quizá Elon Musk peca de soberbio en un momento en el que su marca goza de popularidad y éxito financiero. Sin embargo, considero que existen maneras de emocionar a la gente sin perder de vista el negocio.
Tal es el caso de Suzuki con la introducción del Jimny en nuestro país, pues de pura preventa de un auto considerablemente austero y de dimensiones reducidas, han logrado vender 1700 unidades en México, cuando hay marcas que no comercializan eso en todo un año.
En días próximos les contaré mi experiencia a bordo de ese modelo, pero por el momento les adelanto que hace mucho no me emocionaba tanto manejar un auto de menos de 500 mil pesos , pues todos los de ese rango de precio son francamente lo mismo.