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Aunque el título de Fórmula 1 ya se le había escapado dos carreras atrás, Ayrton Senna nunca se daba por vencido. El piloto brasileño quería cerrar su ciclo con McLaren (donde logró tres campeonatos en seis años) de la mejor manera posible en el Gran Premio de Australia 1993.
Por desgracia, ése también sería el fin de sus visitas al podio, pues la muerte lo sorprendió seis meses después.
En realidad, alcanzar la victoria número 41 de su destacada trayectoria no le costó gran cosa. Se adjudicó la pole por delante de los Williams y luego, al tercer intento de largada en el Circuito callejero de Adelaida, el de Sao Paulo ofreció el que fue su último acto de magia, pese a un modesto MP4/8 con motor Ford HBD7.
De las 79 vueltas, 'Magic' solo cedió el liderato de la carrera en cuatro, y eso debido a su primera detención en pits. Una vez que lo recuperó, nada se interpuso entre la bandera a cuadros y él. Ese triunfo puso un discreto broche de oro a su intensa relación con los de Woking y Ron Dennis, quien lo recibió tras su exhibición.
Pero de antemano se sabía que, más allá del resultado, ese GP sería histórico pues representaba la conclusión de una de las rivalidades más entrañables del deporte: la de Senna y Alain Prost . Y es que el francés anunció su retiro como piloto profesional una vez que aseguró la corona de F1 en Estoril.
Aquel día, cuando la estrella de Prost se apagaba para dar paso a una nueva etapa como comentarista, la de su máximo rival daba también sus destellos finales, no sin antes dejar en la memoria de todos la imagen de Ayrton alzando el brazo de Alain y subiéndolo a lo más alto del podio para reconocerlo como el rey de la temporada 1993.
Entonces nadie sospechaba que Australia era el último lugar donde el brasileño , tres veces monarca del 'Gran Circo', se bañaba en champaña o, siquiera, completaba una carrera. Medio año más tarde, el 1 de mayo de 1994, sufrió un fatal accidente en la pista de Imola, durante el Gran Premio de San Marino.