No cabe duda que el automóvil es un invento que cambió la forma en la que las personas vivían. Gracias a esto, podían desplazarse a su gusto y sin necesidad de animales, y tampoco dependían de las rutas preestablecidas por trenes.
No obstante, México se notaba ligeramente atrasado en ese aspecto. No fue sino hasta 1895 que llegó el primer automóvil a nuestro país, y lo hizo de una manera sumamente curiosa.
Se importó desde Francia por Fernando de Teresa un joven empresario que decidió hacerse de un auto luego de haber visitado Francia. El automóvil era un Delaunay Belleville y llegó a sus manos un 6 de enero de 1895.
De Teresa salió por la noche a probar el auto, pues no quería causar problemas a una ciudad que estaba acostumbrada a los caballos. Esto fue documentado por un diario llamado Siglo Diez y Nueve bajo el título de “carruaje misterioso”.
“Se deslizaba como una saeta, anunciando su paso con un a bocina semejante a la de la bicicleta y obedecía con admirable precisión a la mano que le ordenaba,” se puede leer en la nota publicada por el diario antes mencionado.
La unidad se importó oficialmente gracias a la Agencia de Ingenieros Basave, Robles Gil y Zoraya. El motor era de 6 válvulas y tenía una potencia máxima de 21 caballos de fuerza, así como una velocidad máxima de 16 km/h .
Esto quiere decir, que el Delaunay Belleville rompía el límite de velocidad impuesto por el primer reglamento de tránsito, que era de 10 km/h. Dicho reglamento fue impuesto por Porfirio Díaz, quien se dice años más tarde fue propietario de un auto similar.
Pasaron casi 10 años para que el Belleville compartiera el camino con otros automóviles. En 1895 se tenía un registro de apenas 136 autos, pero para 1906 ya eran cerca de 800.
No existe un registro oficial de cuánto costó el primer auto que llegó a México, pero se sabe que en 2016 se vendió un ejemplar similar al que adquirió De Teresa por cerca de 450,000 dólares .
Esto se traduce a cerca de 10 millones de pesos al tipo de cambio actual.