Era diciembre de 2007 y, en Alemania, el piloto Michael Schumacher se preparaba para tomar unas vacaciones con su familia. Al igual que la mayoría de personas, Schumacher pidió un taxi para llegar al aeropuerto pero no contaba con un problema antes de salir de su casa.
Su pequeño hijo, Mick Schumacher, quien ahora corre en Fórmula 1 , perdió una mochila que necesitaba para su viaje. El taxi llegó al domicilio del siete veces campeón del mundo y esperó cerca de una hora.
“Estaba por irme, no obstante cuando vi que de la puerta salió Michael Schumacher valió la pena la espera,” contó en alguna ocasión Tuncer Yilmaz, el chofer del taxi a la prensa local. Al salir, notó el apuro por parte de Schumacher pues estaba por perder su vuelo.
Michael se acercó a Tuncer y le preguntó si él podía conducir la minivan al aeropuerto para tratar de recortar el tiempo. El chofer aceptó y, de pronto, se encontraba sentado en el asiento del copiloto a un lado de la leyenda de la F1.
Como era de esperarse, el piloto de la máxima categoría del automovilismo empleó toda su destreza y habilidad para manejar el taxi a toda velocidad. Según el taxista, recortó cerca de 20 minutos gracias a los rebases de Schumacher, que parecían imposibles.
“Como no hay límite de velocidad en la autopista, Schumacher pisó a fondo el acelerador, tomaba las curvas como un verdadero campeón y rebasaba de forma prácticamente imposible,” comentó Tuncer Yilmaz en la entrevista.
Al finalizar el viaje, Schumacher pago los 60 euros del trayecto y le dio 100 euros más de propina a Yilmaz por permitirle manejar su minivan. Según el taxista, Schumacher le comentó que si, le llegaba alguna infracción, podía ponerse en contacto con su asistente para realizar el pago.
De esta manera, Michael Schumacher llegó a tiempo a su vuelo y el taxista tuvo uno de los mejores días de su vida. “Para mí, Schumacher es un ídolo y verlo manejando mi coche a toda velocidad fue mejor que incluso ganarme la lotería,” finalizó Tuncer Yilmaz.