1953 fue un año importante para Le Mans. En esa ocasión, el auto victorioso promedió por primera vez más de 100 millas por hora, la rivalidad entre Jaguar y Ferrari estaba en su máximo apogeo y pilotos como Alberto Ascari o Luigi Villoresi figuraban en la parrilla de salida.
No obstante, ninguno de los hechos antes mencionados superan la historia que envuelve al Jaguar C-Type 18 y sus conductores. El equipo británico no era ningún novato en la competencia, mucho menos el C-Type, pues ya habían ganado el certamen en 1951, pero perdieron en 1952 por una falla aerodinámica.
Para 1953, Jaguar había estudiado los errores pasados y había hecho una serie de mejoras considerables, entre los que se destacaban nuevos frenos, carburadores y aumento de torque para competir contra los feroces motores V12 de Ferrari .
Para conducir los bólidos de Jaguar, habían seis nominados. Dos campeones previos en Le Mans y una estrella emergente de nombre Sterling Moss. En el auto restante, el número 18, se encontraba Duncan Hamilton y Tony Rolt, los dos personajes más interesantes de esta historia.
Durante las pruebas de días antes, Moss se dio cuenta que su C-Type era más lento que el de Hamilton, por lo que le pidió al jefe de ingeniería probar una configuración diferente para ver si se acostumbraba a la misma.
El auto de pruebas llevado por Jaguar a Le Mans también contaba con el número 18, pero no estaba registrado oficialmente. Cuando Ferrari se dio cuenta del hecho, argumentó que los británicos estaban usando un coche no registrado para correr (confundiendo la unidad de prueba con el de Hamilton).
Las protestas de los italianos resultaron en la descalificación de Hamilton y Rolt ese año, por lo que ambos pilotos se sintieron devastados. Abandonaron el lugar en el momento y, según cuentan miembros de Jaguar, se perdieron en las calles de Francia hasta la mañana de la carrera.
En este tiempo, Hamilton y Rolt bebieron demasiado y se encontraban completamente ebrios. Un mensajero de Jaguar los encontró a las 10 de la mañana en un restaurante llamado Grubers tomando café para bajar los efectos del alcohol y les informó que su auto sí podría competir en Le Mans .
“Solo faltaban 4 horas para que la carrera iniciara y nosotros seguíamos ebrios. No habíamos dormido ni tampoco comido nada, no eran las condiciones óptimas para correr en Le Mans,” comentó Hamilton en su libro titulado “Touch Wood”.
Dos horas antes de que arrancaran los motores, Hamilton seguía bajo los efectos del alcohol. Por su parte, Rolt comenzaba con la resaca, pero eso no los detuvo.
“Ordenamos todo el café que había disponible en el circuito,” agregó Hamilton en su texto. Sin embargo, esto no les funcionó y terminaron pidiendo un par de brandis.
El efecto fue inmediato y, como si se tratara de una bebida mágica, ambos pilotos tomaron una actitud positiva y comenzaron la carrera. Al cabo de unas horas, el Jaguar C-Type lideraba el camino en el circuito francés.
Al final, la batalla por la victoria estaba entre el Jaguar conducido por Hamilton, y el Ferrari de Ascari. El primero tenía la ventaja de un mejor cuerpo de frenos y agilidad, mientras que el bólido italiano confiaba en la potencia de su motor V12.
Con el paso de las horas, el Ferrari estaba destruido y no podía continuar. Hamilton y su Jaguar C-Type 18 ganaron las 24 Horas de Le Mans de ese año conduciendo aún ebrio por buena parte de la competencia. En segundo lugar arribó Sterling Moss, coronando el 1-2 para la firma británica.
De acuerdo con Duncan Hamilton, no recuerda la mayor parte de la carrera, pero sí tiene presente el momento de la meta. “Cruzamos y éramos héroes. Tan solo unas horas antes estábamos en un bar para después ganar una de las competencias más importantes del mundo del automovilismo”, finaliza Hamilton.