Arrancaba la temporada del año 1982 en la Fórmula 1 y la FISA (el antecesor de la FIA) decidió que necesitaba tener más control sobre los pilotos. Para esto, la organización realizó un par de cambios a los términos de la “ superlicencia ” que todos los pilotos debían de tener en orden para poder participar en la F1.
Sin embargo, no fueron cambios anunciados. La FISA planeaba introducir estas nuevas cláusulas en la superlicencia sin avisarle a nadie, pues básicamente tenían el control total sobre el piloto, dejándolo sin oportunidad de tomar decisiones respecto al equipo y su futuro.
Los puntos más controversiales eran dos: solamente decir buenas cosas de la F1 a cámara y les negaban la posibilidad de poder cambiar de escudería a menos que cumplieran un contrato de 3 años.
Ya que básicamente ningún piloto estaba al tanto de los cambios en la superlicencia, un par ya había firmado los nuevos términos y condiciones el miércoles al llegar a la pista pensado que era un procedimiento de rutina.
Sin embargo, un piloto experimentado de nombre Niki Lauda , se sentó en una sala del autódromo a leer, de principio a fin, el nuevo contrato de la superlicencia, encontrando puntos que no le agradaban.
Lauda se acercó a Jean-Marie Balestre, el director de la F1 en esos años y le preguntó respecto a las nuevas condiciones que tomaban el control del futuro de los pilotos. Balestre, con la poca empatía que lo representaba, le dijo a Lauda que tenía que firmar o de lo contrario no correría en la temporada.
Lauda se negó a firmar y salió del lugar tratando de detener a los demás pilotos que no habían aún firmado. La solución del piloto austriaco fue tomar una de las camionetas de servicio y cruzarla en el túnel de entrada a la pista; cuando llegaba el piloto, Lauda explicaba los nuevos puntos y los convencía de no firmar.
De esta forma, la mayoría de los pilotos no firmaron el nuevo contrato de la superlicencia. Los deportistas decidieron abandonar la pista ese día, y la incertidumbre sobre la fecha comenzaba a rondar los pasillos de la pista.
Al día siguiente, la sesión de prácticas comenzó, pero no había ningún piloto corriendo en la pista más que Jochen Mass y Brian Henton. El primero de ellos jamás se enteró del conflicto con la superlicencia por llegar tarde un día antes, mientras que Henton no tenía un asiento seguro en la F1 y buscaba quedar bien con los equipos para seguir corriendo en la máxima categoría.
Ninguno de los demás pilotos se presentaron y decidieron tomar un autobús desde el circuito hacia el hotel para realizar una huelga . Un miembro del equipo March trató de detenerlos cruzando su coche en el túnel de salida, pero entre varios pilotos movieron el auto a un lado y siguieron su camino.
Los equipos estaban molestos con sus pilotos. Bernie Ecclestone, dueño de Brabham, amenazó con despedirlos si no se presentaban ese mismo día. Tanta era la presión, que el circuito les dijo a los pilotos que, si no corrían ese día las prácticas, se llevarían todos los monoplazas a un corralón y la F1 sería prohibida por siempre en Sudáfrica.
A las horas, la FISA anunciaba que el Gran Premio sería recorrido una semana y que todos los implicados en la huelga serían despedidos de la F1 y jamás podrían volver a participar. Sin embargo, estas amenazas parecían no afectar a los pilotos en el hotel, quienes seguían con su plan de exigir los cambios en la superlicencia.
Solamente un piloto, de nombre Teo Fabi, sucumbió ante las amenazas de la FISA y regresó a la pista para comenzar sus pruebas con Toleman. No hay detalles de la acción, pero se dice que Fabi tuvo que escapar por la ventana del baño para poder ir al circuito, dejando a sus compañeros en el hotel.
Los pilotos dentro del hotel buscaban maneras de entretenerse. Se dice que Lauda dio una rutina de comediante, Gilles Villeneuve se puso a tocar el piano y Bruno Giacomelli dibujó en un pizarrón un diagrama detallado de cómo desarmar una AK-47. El piano fue usado más tarde para impedir que sacaran a los pilotos del cuarto de conferencias en el que estaban.
Al día siguiente, las negociaciones parecían no avanzar en ningún sentido. Los equipos se encontraban con todo su personal en el circuito, pero no había actividades. El único piloto que salió a dar un par de vueltas fue Jochen Mass, pero fue detenido por los oficiales de pista, ya que, a medio recorrido, estaban jugando fútbol los mecánicos de McLaren.
A las pocas horas, Jean-Marie Balestre salió en público declarando una “tregua” y que escucharían las demandas de los pilotos. Esta noticia llegó a todos los implicados en el hotel, quienes tomaron sus cosas y regresaron a la pista para continuar con las actividades.
Alain Prost
ganó con Renault esa fecha, Reutmann finalizó en segundo y la tercera posición fue para René Arnoux. Niki Lauda, el organizador de toda la huelga, quedó en cuarto lugar.
De esta forma, el GP de Sudáfrica de 1982 quedará marcado como uno de los momentos más tensos e interesantes en la historia de la F1. Lauda , ícono en las pistas, también vio por los intereses de sus compañeros fuera del circuito, dándole un lugar especial en la memoria de muchos otros pilotos.