Rosángela Guerra
se despierta de lunes a viernes entre las 5:30 y las 6:00 de la mañana. Lo hace por varias razones: gozar de un tiempo para disfrutarse a ella misma con una sesión de meditación de la app “Calm”; enterarse de las noticias más importantes del día y, principalmente, para que a la hora que su equipo empieza a trabajar (8:30 am), éste ya tenga claros los pendientes del día.
Sobre sus hombros está la responsabilidad de dirigir en México a una de las empresas más longevas de la historia en la industria automotriz ( Lincoln ). Cuenta con más de 21 años en este negocio y considera que “nunca ha tenido un día igual que otro” por el ritmo de trabajo que involucra el mundo de los autos.
Rosy, como prefiere que le llamen, es egresada del Tecnológico de Monterrey en la licenciatura de Negocios Internacionales y nos comparte, a través de una conversación por Zoom, que, en promedio diario, recibe 300 mails, toma 7 juntas y tiene que tomar decisiones que generan un impacto en el mercado y manufactura de la marca a niveles nacional y global.
A pesar de ser una de las mujeres más influyentes de la industria automotriz en nuestro país, Rosy se declara una practicante asidua de la persuasión y el convencimiento.
“Creo que cualquier persona que esté al frente de un equipo, puede hacer uso del peso de su puesto y así, pedir que se hagan las cosas por decreto. Sin embargo, soy partidaria de la idea de encauzar, de hacer entender a la gente el objetivo en común y sobre todo, hacer que cada quien se gane el rol de ser una persona en la que se puede confiar”, declara.
De hecho, Rosy Guerra considera que, de poder elegir un calificativo con el que le gustaría ser recordada en unos años, es ese, el de una persona confiable.
En ese sentido, Rosy Guerra considera que una de las cosas fundamentales para trabajar en equipo es entregar los resultados cuando se prometen. Para ella, el valor de la palabra y el compromiso de no fallar en las expectativas han sido algunos de los valores que la llevaron de trabajar en la planta de motores de Ford en Hermosillo, a la dirección de Lincoln a nivel nacional.
“Para mí no hay nada más importante que el entregar las cosas en el tiempo y de la manera en la que mis compañeros de equipo, proveedores o clientes lo esperan. Considero que el tener en mente el tiempo y esfuerzo de los demás, genera una empatía para hacer mi trabajo de la mejor manera”, señala.
Rosy Guerra se considera una persona que “trabaja muy duro, pero aprovecha al máximo sus espacios personales también”.
“Definitivamente, me considero una persona muy afortunada y honrada por ser la cabeza de Lincoln en México. Sin embargo, no es lo que me define como persona. Para mí, hay cosas que no negocio como el tiempo para mi familia.”
“Ellos me impulsaron, me enseñaron a esforzarme para conseguir lo que quisiera, me dieron mucho cariño al punto de nunca pensar en diferencias de género y lo más importante, me han ubicado para mantenerme humilde. Cuando voy a visitar a mis papás a Chihuahua, no soy la CEO de Lincoln , soy la hermana, la hija o la tía que tiene responsabilidades y apoya con cosas de la casa”, declara Rosy Guerra.
Rosy Guerra presume saberse todas las canciones de José Luis Rodríguez “El Puma”, pues era la música que acompañaba los viajes en carretera con su papá. Hoy, esa rutina se mantiene como una especie de ritual cuando tiene un día pesado por delante, pues considera que una persona laboralmente funcional, debe estar en sintonía con su propio bienestar personal.
“Me considero una persona muy optimista y en ese sentido, creo que el futuro de nuestro país es prometedor por los jóvenes, pues aunque suene como un lugar común, creo que las nuevas generaciones saben luchar por lo que quieren sin desatender sus principios personales. Tenemos muchos retos como país, pero el trabajo arduo es la mejor manera de resolver nuestros problemas”, concluye.