Es imposible poner en duda el gran aporte que tuvo la industria automotriz norteamericana en el siglo pasado. Fueron ellos quien comenzaron la producción en cadena con el Ford T y, aunque no es muy sabido, los “tres grandes de Detroit” ayudaron a la NASA a llevar a tres astronautas a la luna el 19 de julio de 1969, entre otros proyectos.
Aunque este evento es muy controvertido a la fecha, lo cierto es que más de 400 mil personas participaron en el programa del Apolo 11 con el que Estados Unidos pretendía tomar ventaja sobre la URSS en la llamada Guerra Fría. Entre ellos, los fabricantes de automóviles Ford, General Motors y Chrysler.
En la década de los sesenta Ford participaba en un negocio que hoy dominan los coreanos y los japoneses, las pantallas. Estos productos del hogar no eran firmados tal cual por el Óvalo Azul, sino por Philco una marca que adquirieron en 1961. Esta compañía creó un transistor que ayudó al desarrollo de computadoras de alta velocidad.
A la postre, esta compañía se convirtió en contratista de la NASA y construyó el Control de Misión en Houston del programa. Esta es la famosa sala llena de consolas, botones y pantallas que aparece en varias dramatizaciones del momento. Fue Ford quien la construyó. "Una importante capacidad de toma de decisiones asistida por computadora que nadie tenía cuando Philco-Ford recibió el contrato", explica un documento de la compañía automotriz.
Así es, fue gracias a la red que elaboró Ford que pudimos escuchar las icónicas frases: “el águila ha aterrizado” y “un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”.
A diferencia de su rival de ciudad, el apoyo de General Motors no fue para los que se quedaron en la tierra sino para los que volaron a la luna . Neil Armstrong y Buzz Aldrin no recibieron esta ayuda, tampoco los tripulantes de los Apolo 12 y 14. Fue hasta 1971 cuando la NASA se dio cuenta que necesitaba cubrir más terreno en la superficie lunar y tenía que apoyarse de la industria automotriz .
Fue entonces cuando General Motors lanzó su primer vehículo eléctrico famoso, el Lunar Roving. En un trabajo conjunto con Delco y Boeing se construyó este “auto para astronautas” que funcionaba con baterías de plata y zinc.
Para construir el Rover, la firma tenía que superar los retos de crear una batería que aguantara condiciones de clima extremo, crear unas llantas que no se derritieran y que además pesara menos de 250 kg pero que pudiera cargar 550 de pasajeros y carga.
General Motors y sus contratistas lograron desarrollar un vehículo que viajó plegado en un espacio de 1.2x1.2 metros de la nave. Cuando lo desplegaron medía tres metros de largo y dos de ancho. Así los integrantes del Apolo 15, 16 y 17 se movieron por la luna en un auto de un caballo de fuerza y una velocidad máxima de 14 kilómetros por hora.
Chrysler, por su parte, no tuvo una participación directa en las llegadas del hombre a la luna . Sin embargo, su aporte dio el conocimiento necesario para que se desarrollaran los cohetes que lograron esta hazaña.
En la década de los cincuenta la firma ahora perteneciente al Grupo FCA , fabricaba misiles en Detroit y Nueva Orleans. Uno de sus misiles más conocidos, el Redstone, fue adaptado para contruir el Mercury-Redstones, nave que convirtió a Alan Shepard en el primer hombre norteamericano en volar al espacio.
Finalmente, los cohetes de la firma no llegaron al Saturno V, que llevó al hombre a la luna , pero sentó las bases de cómo se debían fabricar estos vehículos.