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Millón y medio de vidas cortadas prematuramente alrededor del mundo, una cifra de contagios detectados que supera los 60 millones, que equivale para fines de comparación más que la población total de Italia, causando un efecto a la economía global estimada por el Fondo Monetario Internacional en 28 millones de millones de dólares (28 trillones, a la usanza inglesa).
El estrés, incertidumbre y afectación monetaria ha pegado a cada familia del mundo, y para la industria automotriz, el termómetro económico por excelencia, los golpes han alcanzado a cada eslabón de su cadena de valor.
Entre los efectos que presionan a la industria se hallan una elevada incertidumbre, situaciones logísticas de cierre de plantas, proveedores y distribuidoras, aunado a la caída en los ingresos en compradores, que lleva a elevada cautela, postergación o abiertamente suspensión de cambio de vehículo, sea familiar o comercial.
Las ramificaciones se extienden a proveedores de partes, financieras, llanteras, aseguradoras, aceiteras, refaccionarias y a los correspondientes trabajadores en cada una de estas proveedurías. La peor parte la ha llevado el recurso humano como técnicos, obreros, asesores, mecánicos, lavacoches, choferes, todos parte indispensable de la cadena de valor, y a quienes los recortes por la caída en ventas han llevado en millares de casos al desempleo , en una industria lastimada, donde la recuperación se ve lejana.
Esta crisis sanitaria y económica será sin duda un punto de inflexión para varias evoluciones que se habían quedado pendientes para algunas marcas, y en las que otras habían sido líderes, pero pronto serán una más. La domiciliación del mantenimiento o la virtualización del piso de venta, algunas de las características que habían constituido ventaja, ahora se volverán estándares de la industria.
Se puede esperar también el adecuar las gamas, pues modelos y opciones con baja ganancia serán sacrificadas, ante una presión que remite a 1929 o a la posguerra de los años 40. Guayines, convertibles y versiones en general de volumen moderado ya no podrán colgarse de la utilidad generada por hermanos de gama con mejor utilidad.
Sin embargo, posibles efectos positivos asoman entre los nubarrones de malas noticias. El atractivo de México como punto sede para plantas de armadoras que busquen mejores condiciones de operación podrían llevar a apertura de nuevas plantas en territorio nacional, ante la expectativa del fin de la pandemia y del carpetazo a administraciones vecinas con discurso de ultra nacionalismo.
Para el consumidor podría esperarse también versiones más alcanzables, mejores tratos en financiamiento y un servicio superior, en un mercado lastimado con una industria que se ha visto forzada, nuevamente, a sacar lo mejor de sí ante la adversidad.
Ramificación de consecuencias
Como caída de fichas de dominó, la afectación a un aspecto repercute en el anonimato de las cifras para afectar vidas humanas.
PRODUCCIÓN
La baja en volúmenes de planta por suspensión de operaciones se ajusta a la caída en ventas pues se produce menos y se espera también vender menor volumen.
La suspensión de operaciones afecta a proveedores de partes tier 1 quienes también tienen presiones financieras con los compromisos con tier 2 y banca.
DESARROLLO
La caída en ventas causa menos recursos disponibles para investigación y desarrollo, que pondrá retraso en cambios de generaciones, adopción de nuevas tecnologías y migración a plataforma eléctrica. Los proveedores tier 1 también realizan investigación, pero si las nuevas partes no se adoptan en cambios de generaciones se retrasa el retorno de inversión. Un efecto positivo es que ajustes en planta por cambios de generación ya programadas pueden implementarse mientras aprovechan la suspensión de operación por COVID, pero sólo para quienes lo tuvieran planeado.
FINANZAS
La caída en ventas genera presiones financieras que para armadoras y proveedores con situaciones apretadas puede llevar a quiebra o fusiones bajo presión. Un efecto positivo pudiera ser que la presión lleve a la búsqueda de alternativas para tener mejor margen económico, lo que podría llevar a alguna armadora a abrir una línea adicional o incluso nueva planta en México.
Operadores tier 1 mexicanos también podrían ser candidatos a proveedurías nuevas, ante la búsqueda de bajada en costos.
PISO DE VENTA
Para las agencias, el COVID es un triple golpe: Los semáforos rojos causan cierre de piso de venta en las distribuidoras, la suspensión de operación corta disponibilidad de inventario, y la crisis económica y el miedo enfría la intención de compra por parte del consumidor. Un efecto positivo para el consumidor que decida cambiar de auto en plena crisis van a ser las ofertas, promociones y remates que las distribuidoras y armadoras se verán orilladas a ofrecer.
La digitalización del piso de venta y su evolución a una experiencia llevada al interesado puede ser una gran oportunidad para empresas distribuidoras, donde en lugar de invertir en un costoso bien raíz y un inventario diverso se podrá llevar a domicilio el autos de interés o bien ofrecer una experiencia 3D para conocer el auto.
MANTENIMIENTO
Otra de las fuentes de ingresos de armadoras y distribuidoras es el mantenimiento y reparación, pero la crisis económica, el home office y el miedo al contagio retrasan los mantenimientos. Como consumidor, si no muevo el auto y además no tengo ingresos, difícilmente voy a reparar o dar mantenimiento a mi unidad. La venta del servicio y las correspondientes refacciones se congela, agravando la caída en ventas.
Un efecto positivo pudiera estar en la evolución del servicio, que migre del modo presencial a una virtualización de la experiencia, algo que ya ofrecían Lincoln y Tesla. En esta modalidad el propietario, sin acudir a taller, pide mantenimiento de forma remota, y la agencia recoge, procesa, desinfecta y entrega unidad a domicilio.
