Luego de la fuerte explosión que se registró la noche pasada en el volcán Popocatépetl, diversos municipios de Puebla, Tlaxcala y el Estado de México amanecieron con rastros de ceniza volcánica en las calles.
Debido a la composición geográfica de nuestro país, esta situación no suele ser extraña para algunos estados. Sin embargo, la caída de cenizas volcánicas tiene un efecto bastante perjudicial en nuestros autos que van más allá del simplemente ensuciarlos.
El más evidente de ellos está en el exterior. Al contener muchos compuestos minerales, la ceniza volcánica genera ligeros rayones en la carrocería que se acentúan cuando no son removidos de manera adecuada.
Asimismo, la ceniza volcánica fácilmente logra colarse por debajo del cofre, lo que genera obstrucciones en el filtro de aire . Esto puede provocar un sobrecalentamiento del motor que, a la larga, traerá afectaciones al rendimiento del auto y su vida útil.
Otro efecto negativo de este polvo debajo del cofre es su acumulación en las válvulas del motor y componentes de la transmisión , lo que generará un desgaste considerablemente mayor en ambos mecanismos.
Los sellos de los componentes hidráulicos pueden desgastarse más rápido de lo habitual, y los frenos y los conjuntos que los componen son especialmente vulnerables a la abrasión y la obstrucción causada por las cenizas.
Finalmente, el polvo volcánico atrapado entre los parabrisas y las gomas de éstos provocarán rayones y marcarán permanentemente el vidrio. También las ventanas son susceptibles de rayarse cada vez que se eleban y bajan.