Washington.— El presidente estadounidense Joe Biden tenía claro que su discurso sobre el estado de la Unión era “el” discurso de su campaña. Lo dedicó a pedir unidad en defensa de la democracia, a subrayar los logros económicos de su administración y advertir que el tema migratorio no se resuelve “demonizando” a los migrantes, o “separando a las familias”.
Fue un discurso duro, en el que Biden miró directamente a los republicanos y los llamó a trabajar con él para abrir a los estadounidenses “el mundo de posibilidades” que tienen a sus pies. Destacó los logros económicos de su gobierno: “15 millones de nuevos empleos en un año... el desempleo bajando a niveles no vistos en 50 años”; defendió la ley de infraestructura, Medicare, entre otros.
Sin embargo, la parte central de su mensaje fue una advertencia a los estadounidenses, de cara a las presidenciales del 5 de noviembre, en las que busca la reelección y enfrentará al expresidente Donald Trump.
El discurso del demócrata tuvo como eje la “amenaza” que representa un regreso del magnate, a quien no mencionó ni una vez por su nombre. “Mi predecesor y algunos de ustedes aquí buscan enterrar la verdad del 6 de enero. Yo no haré eso”, sostuvo, aludiendo al asalto de una multitud al Capitolio para intentar impedir la certificación de los resultados de las elecciones de 2020, en las que ganó.
Esa multitud llegó al Congreso arengada por Trump y es una de las múltiples causas judiciales que enfrenta el republicano. “No puedes amar a tu país sólo cuando ganas... Les pido a todos, sin distinción de partidos, que se unan y defiendan nuestra democracia. Recuerden su juramento de defenderla contra todas las amenazas, extranjeras y nacionales”, apuntó.
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“No demonizaré a los migrantes”
Uno de los momentos más tensos del discurso llegó cuando Biden habló del tema de la migración, convertida en centro de la campaña electoral 2024.
El mandatario reclamó a los republicanos “dejar de bloquear” la ley de Seguridad Nacional que envió al Congreso “con las reformas de seguridad fronteriza más duras que hayamos visto”. El acuerdo, subrayó, “contrataría a mil 500 agentes y oficiales de seguridad fronteriza adicionales, 100 jueces de inmigración más para ayudar a hacer frente a una sobrecarga de 2 millones de casos, 4 mil 300 funcionarios de asilo más y nuevas políticas para que puedan resolver los casos en seis meses, en lugar de seis años”.
Los republicanos lo abuchearon y Biden se burló de ellos. Se quejó de que Trump y los republicanos decidieron “jugar a la política”, en vez de pensar en lo que es mejor para el pueblo estadounidense.
Y criticó de frente las declaraciones antiinmigrantes de Trump. “No demonizaré a los inmigrantes diciendo que ‘envenenan la sangre de nuestro país’”, dijo, aludiendo a una frase que ha repetido Trump y que originalmente vino de Hitler. “No separaré familias. No prohibiré la entrada en Estados Unidos a personas por su fe”. Señaló que “somos la única nación del mundo con un corazón y un alma que se nutre de lo antiguo y lo nuevo”.
Otro momento clave del discurso fue su defensa de la ley Roe vs. Wade, derogada por la Corte Suprema y que ha derivado en la decisión de muchos estados de EU de aplicar leyes que restringen el aborto. Pidió a los estadounidenses votar por un Congreso que le permita recuperar Roe vs. Wade, la ley que defiende el derecho a la interrupción del embarazo.
Con Ucrania e Israel
Ante la división en EU sobre la ayuda a Ucrania frente a la guerra con Ucrania, y sobre el apoyo a Israel, Biden dijo: “si EU da marcha atrás ahora, pondrá a Ucrania en riesgo. Pondrá a Europa en riesgo. Pondrá en riesgo al mundo libre”. Y envió un mensaje al presidente ruso, Vladimir Putin. “No nos retiraremos. No cederemos. Yo no cederé”.
Sobre Israel, acusó a la organización islamista Hamas de haber desatado la guerra, dijo que “Israel tiene derecho de ir tras Hamas”, pero también “la responsabilidad de defender las vidas inocentes en Gaza”. Anunció que ordenó a las fuerzas de EU dirigir una “misión de emergencia para instalar un puerto de emergencia en el Mediterráneo”, que permita el flujo de ayuda humanitaria. “No habrá tropas estadounidenses sobre el terreno”, subrayó.
No eludió la preocupación que despierta su edad —81 años—. “Cuando llegas a mi edad, ciertas cosas se vuelven más claras que nunca. Mi vida me ha enseñado a abrazar la libertad y la democracia.... Siempre seré el presidente de todos los estadounidenses”.
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