Al pensar en marcas de lujo asiáticas, inmediatamente se nos vendrán a la mente nombres como Lexus, Infiniti o Acura . Estas firmas, entre algunas otras más, son reconocidas internacionalmente por la variedad de productos que ofrecen, así como su legado e historia.
Sin embargo, muy pocas personas saben que, hace algunos años, Mazda intentó competir en el segmento de lujo contra dichas armadoras. No obstante, el plan que realizaría la firma de Hiroshima era completamente diferente al resto de las demás marcas.
Para Mazda no solamente se trataba de cambiar algunos emblemas y retocar ciertas cosas de sus autos convencionales para presentar un producto “de lujo”. Los japoneses diseñaron, prácticamente desde la nada, una nueva marca que tomaría la experiencia de Mazda, pero desarrollaría productos completamente nuevos.
Una de esas propuestas completamente nuevas era un sedán lujoso y deportivo con un motor W12 diseñados por ellos. ¿Qué le sucedió a Amati y por qué tuvo que ser desarrollada en “secreto? Te contamos toda su historia en estas líneas.
Prosperidad japonesa
Durante la década de los 80, Japón atravesó una época de crecimiento económico sin precedentes. Esto, naturalmente, desarrolló una prosperidad monetaria para la mayoría de las clases sociales en dicho país, lo que motivó al consumo de bienes elevado, entre ellos los autos.
Este gran momento económico para Japón fue gracias al Acuerdo Plaza , un tratado firmado entre Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón en el que se depreciaba el dólar frente a las monedas de los países antes mencionados para equilibrar la economía global.
Entre 1985 y 1991, el valor del Yen japonés aumentó considerablemente. Aquellos que eran dueños de bienes raíces, vieron su dinero crecer hasta en 500 por ciento; la industria automotriz en Japón también creció en sobremanera, lo que desencadenó la creación de nuevas firmas de lujo.
El inicio del lujo oriental
Para 1984, Honda había lanzado Acura, su división enfocada al lujo y alto desempeño; en 1989 Lexus es fundada como una rama de Toyota encargada de diseñar y producir autos de lujo para consumidores internacionales. Al mirar ambas marcas en la actualidad, es indudable el impacto que han tenido a lo largo de estos años en su segmento gracias a productos sobresalientes, como el Acura NSX o el propio Lexus LFA .
Sin embargo, Mazda parecía no hacer caso a este fenómeno de autos de lujo en aquel momento. La armadora originaria de Hiroshima tenía entre los planes a uno de sus desarrollos más importantes de su historia: el MX-5.
El pequeño deportivo de la casa japonesa fue producto de una competencia de diseño entre los departamentos de Estados Unidos y Japón de Mazda. El producto final fue obra de la división de Estados Unidos e, inmediatamente, fue un caso de éxito para Mazda a nivel global.
Con el ánimo por los cielos, Mazda por fin puso manos a la obra para lanzar su propia división de lujo para competir contra Lexus, Acura o Infiniti. En 1991, Mazda anuncia de manera oficial que crearán una nueva marca de lujo llamada Amati y, para sorpresa de muchos, ya tenían ciertos avances en un nuevo auto que saldría a la luz dentro de poco tiempo.
El primer producto de Amati estaba siendo desarrollado en secreto desde meses antes bajo el nombre “Pegasus Task Force”, por lo que nadie sabía sobre su existencia sino hasta el anuncio oficial de la marca. Este proyecto tenía en la mira a productos como el BMW Serie 7 o el Mercedes-Benz Clase S.
La joya de la corona
Dentro de todo este desarrollo secreto, Mazda destinó a pequeño grupo para producir un nuevo motor de 12 cilindros. Este pequeño equipo, liderado por los mejores ingenieros de la casa japonesa, comenzaron con el proceso de crear un nuevo motor con este número de cilindros desde cero gracias a una idea fuera de lo común.
Normalmente, los motores V12 son dos bloques V6 unidos por un cigüeñal al centro. Sin embargo, el motor de Mazda estaría diseñado de manera diferente, mezclando tres propulsores de cuatro cilindros en un solo bloque de tamaño compacto.
Gracias a su diseño, más que ser un motor V12, seguía el esquema de lo que se conocería como bloque W12 . Este sería el primer registro de un motor con este diseño, mismo que después fue explotado por otras marcas, como Audi en 2004 con el Audi A8.
Este motor sería equipado en el Amati 1000 , su sedán insignia que tenía en la mira a los productos más lujos de las firmas alemanas.
Los problemas de Amati
Si bien el desarrollar un producto completamente nuevo para una firma de lujo sin precedentes es algo complicado, la división de Japón de Mazda parecía que dominaba el tema y avanzaban a ritmos acelerados.
No obstante, el diseño del Amati 1000 también sería una competencia entre el departamento de Estados Unidos y el de Japón, algo similar a lo ocurrido con el MX-5. Sin embargo, esto creo cierto resentimiento en la oficina de Japón, pues la idea original de Amati había sido de ellos.
Para eliminar la competencia decidieron comenzar una campaña de sabotaje en contra del departamento en Estados Unidos, asegurando que la producción de Mazda tenía en dicho país tenía mala mano de obra y problemas de calidad.
A la par de dichos problemas, Mazda continuó con el desarrollo del bloque V12. Se fabricaron algunos prototipos, pero ciertos impedimentos mecánicos terminaron por dejar al motor en una etapa de pruebas, sin llegar a la producción para el Amati 1000.
Sin embargo, el Amati 1000 se llevó a la realidad y comenzaron a fabricar algunas unidades. Tomaba como base la plataforma 929 y no se sabe a detalle el número de ejemplares fabricados, pero no fueron muchos.
Amati sonaba como una promesa fuerte para Mazda. Según datos del gobierno de California, se registraron cerca de 82 agencias para poder comercializar este nueva marca de lujo y se realizó una inversión de 500 millones de dólares en la planta de Hofu para producir las unidades que serían exportadas a Estados Unidos.
Los problemas que sepultaron a Amati llegaron en 1992, cuando Mazda ya había gastado cerca de mil millones de dólares en tan solo dos años. La firma japonesa tenía una buena popularidad en su país de origen y había lanzado 11 nuevos modelos en año y medio, pero Amati parecía simplemente no despegar.
El hecho que sepultó a Amati fue el incremento en los impuestos de importación a Estados Unidos, así como una caída importante en la economía global en dichos años. A la par, Ford invirtió 480 millones de dólares en Mazda para tener el 33.4 por ciento de la empresa y, tan solo unos meses después, la desaparición de Amati fue oficial como parte de una reestructuración intensa.