Si algo caracterizó a la temporada inaugural de la Fórmula 1 , disputada hace siete décadas, fue el abrumador dominio de un equipo: Alfa Romeo . Pese a que se trató de una fugaz primera etapa, ‘ il biscione ’ dejó huella en la categoría reina y en sus aficionados, por lo que volvería años después, aunque lejos del título que alguna vez monopolizó.
Ni el tiempo perdido debido a la Segunda Guerra Mundial evitó que el Alfetta 158 fuera el monoplaza protagonista durante 1950, en la primera edición del Campeonato Mundial de Fórmula 1 de la FIA. Se trataba de un modelo desarrollado por Gioacchino Colombo que siete años atrás sorteó, en una curiosa anécdota, la posibilidad de ser decomisado como botín de guerra.
En Portello, Milán, se localizaban algunos Alfetta 158 que la compañía necesitaba ocultar. Sin embargo, en ese proceso clandestino, “una patrulla de la Wehrmacht apareció́ con sus armas listas. Afortunadamente, el piloto de pruebas Pietro Bonini era suizo y había vivido en Berlín durante algunos años. Hablando con confianza en perfecto alemán, tranquilizó al comandante y salvó el día. Los 158 fueron llevados a cocheras y cobertizos para ser escondidos detrás de falsos muros o montones de troncos”, recuerda Alfa Romeo en su página oficial.
Para 1950, con la paz y los bólidos restaurados, ‘ il biscione ’ participó exitosamente en algunas carreras previas al primer calendario de la F1 , que tendría su banderazo de salida en Silverstone. Alfa arrasó con el podio a través de Nino Farina, Luigi Fagioli y Reg Parnell. El único piloto del equipo que no concluyó la prueba fue Juan Manuel Fangio , por problemas con el aceite.
Para el Gran Premio de Mónaco, la escudería italiana volvió a imponerse, ahora mediante Fangio; en tanto, Fagioli y Farina se vieron involucrados en un choque en el amanecer de la carrera. En la tercera fecha se llevaron a cabo las 500 millas de Indianapolis (que en ese entonces eran consideradas un evento del serial), siendo la única cita de ese año que no fue ganada por Alfa Romeo .
En Suiza, reaparecieron las tres F’s (Farina, Fagioli y Fangio): Nino se adjudicó la de cuadros, Luigi cruzó segundo y ‘el Chueco’ tuvo que abandonar por fallas en una válvula. Para los Grandes Premios de Bélgica y Francia, como si se tratara de una calca, el equipo se apropió de los dos primeros lugares, cortesía de Fangio y Fagioli.
Y para cerrar con broche de oro esa temporada de ensueño, el escenario no podía ser otro que el Autódromo de Monza, en Italia. Farina aprovechó el temprano retiro de su coequipero argentino (y dueño de la pole en aquel GP), por inconvenientes en la caja de cambios, para anotarse la victoria y, de paso, proclamarse como el primer campeón en la historia del ‘ Gran Circo ’.
Al año siguiente, en 1951, Alfa Romeo regresó a las pistas de la máxima categoría del automovilismo con el Alfetta 159 , cuyo motor “estaba llegando al final de su potencial, pero los técnicos lograron exprimir las últimas gotas de potencia adicional y alcanzar 450 caballos de fuerza”, recuerda el fabricante italiano.
Y aunque defendió la corona con ayuda de Juan Manuel Fangio, la diferencia con sus rivales ya no fue abismal, sobre todo con Ferrari. Así, con dos títulos bajo el brazo, ‘ il biscione ’ decidió despedirse de la Fórmula 1 para dedicarse de lleno a la producción de deportivos.
El regreso de Alfa Romeo a la F1 sucedió en los setenta, aunque lejos del protagonismo que alguna vez ostentó. Al cabo de 10 temporadas, en su registro aparecen 131 Grandes Premios, 10 triunfos, 12 poles, 14 vueltas rápidas y 26 podios.