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Desde hace 21 meses, los ciudadanos mexicanos que residen en el extranjero pueden acudir al Consulado más cercano a su domicilio para solicitar su Credencial para Votar. Se han tramitado 512 mil identificaciones y la cifra continúa en aumento. Los meses que quedan son más cercanos a la jornada electoral, por lo que es previsible que la curva mantenga su tendencia ascendente.
Ello disipa algunas dudas que se generaron con la reforma electoral 2014 que, entre otros aspectos, apostó por un cambio significativo en los procedimientos para el registro de votantes y emisión del voto desde fuera del país. Algunas de las modificaciones más importantes fueron: a) expedición de credenciales en Consulados; b) ampliación de plazos para la inscripción de votantes desde el exterior, y c) nuevas modalidades para la emisión del sufragio incluyendo el voto por internet, en caso de ser así aprobado por el INE.
Así, hubo quienes pronosticaron que la demanda de credenciales sería muy baja. Toda vez que la matrícula consular es aceptada para trámites oficiales en Estados Unidos, algunas personas consideraron que no se ofrecería incentivo alguno. Otros ponían el énfasis en una supuesta “desvinculación” de la diáspora y pensaron que la apatía se impondría.
Una tercera línea argumentativa llegó con el arribo de la administración Trump. Se pensó que el temor alejaría a los mexicanos de lugares públicos, incluyendo —por supuesto— las sedes consulares.
Existe racionalidad en las diversas posturas. Las tres señalan desafíos latentes que deben ser considerados en el diseño de una política eficaz de credencialización y promoción del voto en el extranjero.
Pero, a decir verdad, algunas interrogantes ya fueron resueltas, cuando menos desde el lado de la demanda. En el pasado, cuando para votar desde el extranjero se requería una credencial que exclusivamente se expedía en México, los padrones foráneos se mantenían muy bajos (55 mil votantes en el mejor momento). Hoy, el INE ha recibido más de medio millón de solicitudes.
La cifra es esperanzadora pero todavía no podemos echar campanas al vuelo. No podemos dar por cubierto el objetivo central de contar con una amplia participación migrantes en las elecciones federal y locales, cuando subsisten importantes rigideces en el modelo.
Ya sea que los ciudadanos hayan obtenido su Credencial dentro o fuera del país, es necesario que adicionalmente se inscriban en una lista nominal creada para ese propósito. Muy pocos lo han hecho. Ello convierte a nuestro país en uno de los pocos que exige a sus connacionales un doble registro, que si bien se ha simplificado (puede hacerse a través de internet o en una aplicación), no deja de ser inusual dentro de las más de 150 naciones que reconocen el derecho de sus oriundos a sufragar desde fuera del país.
Hay todavía contingentes importantes que desconocen su derecho a participar en las elecciones, o bien los procedimientos para hacerlo. Las autoridades debemos ser capaces de articular esfuerzos para difundir adecuadamente.
Se trata de cubrir los puntos del orbe con mayores concentraciones de mexicanos, sin duplicidades, redundancias o gastos excesivos. Valdría la pena discutir si el grupo interinstitucional que coordina esas tareas debería funcionar en forma permanente.
Respecto de los costos, habría que diseñar una estrategia que estudie implementar el uso de internet en el mediano plazo. El Instituto Electoral de la Ciudad de México cuenta con una plataforma que podría servir de punto de partida para ese análisis.
Los meses más valiosos del proyecto están por venir. En la medida en que las instituciones, los partidos y los ciudadanos transmitamos la importancia de su voto, mayor será la pluralidad que enriquecerá nuestra comunidad. Aprovechemos la época decembrina para compartir a quienes nos visitan, cómo participar en las decisiones que habremos de tomar el próximo año.
Consejero electoral del Instituto Electoral
de la Ciudad de México. @yuribeltranm