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La migración es tan antigua como la civilización; tan crucial ha sido la primera, que sin ella difícilmente podría explicarse la segunda. Baste señalar que la geografía política, la historia, cultura, idiomas, idiosincrasia, etc. de los 35 países de América, están inexorablemente vinculados a los millones que vinieron de otros continentes, especialmente de los más de 400 que llegaron de Europa. El mejor ejemplo de una nación forjada por inmigrantes es Estados Unidos (72% blancos, 17% hispanos, 13% afroamericanos, 4.4 % asiáticos, etc.), que se enorgullecía de ser un “melting pot” donde todos cabían. Sin embargo, desde que la extrema derecha dominó al Partido Republicano la inmigración fue satanizada y convertida en rehén de la politiquería. A partir de la paranoica retórica de Ronald Reagan –destinada a captar el voto nativista, xenófobo, machista y racista de los rednecks- en el sentido de que se perdió el control de las fronteras y la migración mexicana era una amenaza para la seguridad nacional, cada uno de los siguientes cinco presidentes realizó una “profunda y definitiva” reforma migratoria, que resultó en meros parches a un sistema que ellos mismos consideran “broken.” Por ende, no es de extrañar que el tema sea pieza central del populista slogan del America First, y que Donald Trump utilice a los dreamers como trueque humano para conseguir su absurdo muro fronterizo que será inútil y costoso, pero le permitirá cumplir una promesa de campaña.
Las ambiciones personales, narcisistas y cortoplacistas son más importantes que las realidades objetivas y la solución efectiva de los problemas. En efecto, todo lo que se dice y hace en este importante rubro, contradice los siguientes datos duros que son parte de una realidad que se avecina pero que, por espurias razones de politiquería coyuntural, se ignora o desatiende. La población está envejeciendo y ya no tiene el remplazo natural de otras épocas: en 2017 el número de hijos por mujer fue de solo 1.81 (en México de 2.21). El Pwe Research Center destaca que, como los “baby boomers” se están jubilando o muriendo, la fuerza laboral disminuirá de 128 millones en 2015, a solo 120 millones en 2035. Sin embargo, para Trump & Company son “fake news”, como también lo son el calentamiento global y que los principales actos de terrorismo doméstico sean cometidos por nacionales blancos y no por extranjeros.
Confrotaremos un radical fenómeno demográfico: después de 2050 la población mundial se estabilizará y concluirá la explosión demográfica que siempre nos ha acompañado. Ello principalmente afectará a naciones que ya padecen decrecimiento y escases de trabajadores como Alemania, Austria, Bélgica, Corea del Sur, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Islandia, Japón, Portugal, Singapur, Taiwán, etc., siendo Rusia el caso más extremo pues anualmente pierde alrededor de 700,000 habitantes. Estados Unidos sigue creciendo moderadamente gracias a la migración, pero a la postre no tendrá suficientes jóvenes para mantener el adecuado funcionamiento del aparato productivo, ni su enorme aparato militar puesto que es forzoso el retiro de los soldados a los 40 años de edad. Inevitablemente EUA tendrá que importar inmigrantes, y lo hará de aquellos países que su refinado presidente y amigo de los rusos, elegantemente calificó como shithole countries. Frente al brutal cambio en puerta, la politiquería y la ignorancia impiden adoptar medidas para enfrentarlo con eficacia, pues en la era trumpiana lo personal, lo inmediato, lo superficial, el circo mediático y las alternative realities son más relevantes que los intereses nacionales.