Más Información
Pensión Bienestar amplía cobertura en Michoacán; 48 mil mujeres de 63 y 64 años se suman a apoyo económico
Más de 10 mil aspirantes registrados para elección judicial 2025; Monreal destaca alta participación
Claudia Sheinbaum felicita a Yamandú Orsi por su triunfo en Uruguay; “El Frente Amplio regresa a gobernar por voluntad del pueblo”
México en COP29; reitera propuesta de reforestar 15 millones de hectáreas y alcanzar cero emisiones para 2050
“Es tiempo de unidad para lograr el cambio”; María Teresa Ealy dialoga con comerciantes del Sagrado Corazón en Miguel Hidalgo
“No vendan sus tierras, incorpórense como socios al Tren Maya”. Este es el llamado del gobierno federal a los ejidatarios en donde se construirá el tren. La forma como se les invita a ser “socios” es mediante el Fideicomiso de Infraestructura y Bienes Raíces (Fibras). Las Fibras son instrumentos financieros que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) “bajo la normatividad semejante a cualquier acción” (BMV, 2015).
Pero el mundo financiero se encuentra lejos de la inmensa mayoría de los mexicanos. La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros indica que “por cada 10 mil personas de la Población Económicamente Activa (PEA) únicamente 35 invierten directamente en la Bolsa; mientras que en Estados Unidos por cada 100 personas de la PEA, 60 invierten en Bolsa” (CONDUSEF, 2012). Realidad que se acentúa en los estados del sur. En elPlan Nacional de Desarrollo 2019-2024 se señala que “en muchos municipios del país no existe una sola sucursal de instituciones financieras y ni siquiera un cajero automático” (Presidencia de la República, 2019). Sin embargo, el sistema financiero no sólo es el mundo bancario. Aquí nos estamos enfrentando a lo que Karl Marx denominó como capital ficticio (Marx,1894).
En el caso de las Fibras para el Tren Maya, los ejidatarios podrán incorporarse como socios, aportando sus tierras al fideicomiso, quien se encargará de colocar los certificados en la BMV. No obstante, algo que habría que decirle a los ejidatarios, es que estos instrumentos financieros contienen riesgos. Las Fibras son instrumentos híbridos, es decir, una parte es de renta fija y otra es de renta variable. Sobre la renta variable, la BMV indica que “el rendimiento puede generar utilidades si la plusvalía sube, y puede generar pérdidas si el mercado inmobiliario tiende a la baja” (BMV, 2015); y como dice una de las mayores entidades financieras, “la renta variable es un tipo de inversión en la que la recuperación del capital invertido y la rentabilidad de la inversión no están garantizadas, ni son conocidas de antemano. Además puede ocurrir que la rentabilidad sea negativa, pudiendo llegar incluso a perder el dinero invertido” (BBVA, 2019). ¿Esto significa que los ejidatarios “socios” podrían perder? Dependerá de la evolución de las empresas, de los mercados financieros, de las crisis financieras, de la situación económica, entre muchas otras cosas. Como por ejemplo, de la violencia, una situación grave en el sur de México.
Además, es importante compartirles a los ejidatarios que con las Fibras, no podrán demandar nuevamente su tierra. Sobre ella se edificarán las vías y las estaciones del Tren Maya, en donde se construirá la infraestructura turística necesaria (hoteles, restaurantes, centros comerciales). Aunado a ello, algunos de los fideicomisos son irrevocables, por lo que los activos depositados no pueden eliminarse, lo que en los hechos implica que el patrimonio ya no forma parte del otorgante, aunque no haya venta de propiedad.
Creo que nadie se opondría a la transformación del sur, el problema es el cómo. Por eso, es fundamental decir que existen riesgos para los miles de ejidatarios de la Península de Yucatán, quienes en promedio poseen más del 50% de la propiedad total de los estados (RAN, 2018). Claro que se dirá que el proyecto sólo afectará a 160 ejidos por donde pasará y se construirán las estaciones (aunque no sabemos el número exacto a partir del cambio de trazo). Por cierto, es preocupante que el Registro Agrario Nacional, mediante el Instituto Nacional de Transparencia, indique que el nombre de los ejidos por donde pasará el Tren Maya está reservado hasta el año 2022. Al respecto apunta que “para el cumplimiento de los compromisos, es necesario que la información del proyecto cuente con la mayor secrecía posible…” (RAN, 2019). Frente al principal proyecto de infraestructura del país, ¿no tendríamos derecho, y principalmente los involucrados directos, a conocer cuáles serán los ejidos afectados por el Tren Maya, y con más razón si serán “socios” del sistema financiero?
Profesora-investigadora de la UAM Xochimilco