Sin duda alguna, en algún momento tú has sido víctima de un abuso, atropello o agravio, lo que se traduce en el motor principal de un estado de indignación. Hoy el mundo está lleno de un mar de iniquidades de toda índole.

La indignación para algunos se convirtió en rebeldía. Espartaco dirigió una de las más célebres revueltas de esclavos en Roma; Galileo, con su tesis innovadora de que la Tierra gira alrededor del sol, fue condenado por la Iglesia; Simón Bolívar contribuyó a liberar algunas naciones de América Latina; Sigmund Freud, Gandhi y Martin Luther King fueron considerados rebeldes.

Stéphane Hessel, autor del libro ¡Indignaos!, un referente en esta materia señala: “El motivo fundamental de la Resistencia fue la indignación […] apelamos a las jóvenes generaciones a dar vida y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales. Nosotros les decimos: coged el relevo, ¡indignaos! Los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no pueden claudicar ni dejarse impresionar por la dictadura actual de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia”.

Resalta un contenido importante: la emoción o el sentimiento, lo que nos transporta a un estado anímico que puede oscilar entre lo positivo y lo negativo.

Ahora bien, ubicados en este contexto tenemos que pasaban los años tras el nacimiento de la Primavera Árabe y de los indignados españoles que protestaban por las calles o plazas como la Puerta del Sol en Madrid, o en la emblemática plaza Tahrir en Egipto. Del otro lado del globo terráqueo se vivían las múltiples protestas que ponían en vilo a la propia Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil, sin embargo, en nuestro querido México pocas veces se alzan las voces de la inconformidad por tantos abusos como los aumentos en la gasolina y transportes, por la corrupción, impunidad e inseguridad.

Como podemos observar, los movimientos sociales nacieron y crecieron en otras partes del mundo, pero en México se gestaba uno que iba cobrando cada día más energía, pero que no alcanzaba a vislumbrarse, se sentía, pero no con la fuerza que emergía, y más aún, con la potencia que se materializó.

Esa indignación, que en el subsuelo de la tierra azteca venía gestándose, emergió el 1 de julio de 2018, y no a través de protestas o movilizaciones, sino ejerciendo el derecho y correlativa obligación de nuestro voto, el poder ciudadano concretado a través de nuestro derecho fundamental.

Lo que para algunos era inimaginable, es decir, el triunfo del líder del Movimiento Regeneración Nacional “Morena”, Andrés Manuel López Obrador, se verificó con un resultado que pocos habían podido imaginar, con más de 30 millones de votos a su favor. Sólo el poder ciudadano, a través del voto lo podría lograr y así sucedió. #Por México.

Abogado y activista, maestro en Ciencias
Penales. @UlrichRichterM

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