Desde que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la más reciente resolución contra Corea del Norte el 22 de diciembre, restringiendo aún más la exportación de energéticos y equipo industrial y ordenando la repatriación progresiva de trabajadores norcoreanos en ultramar, y tras meses de sanciones unilaterales estadounidenses, el año que comienza parece inusualmente tranquilo.
A pesar de la retórica belicista del régimen norcoreano, Kim Jong-un anunció durante su discurso de año nuevo que enviaría una delegación deportiva a los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero en Pyeongchang, Corea del Sur. Esta inusual rama de olivo presentada por el mandatario norcoreano incluye la aceptación de que las delegaciones norcoreana y surcoreana desfilen juntas en la inauguración y la formación de un equipo combinado de hockey femenino. Luego del boicot olímpico en 1988 y de un enfrentamiento naval frente a la península pocos días antes de la clausura de la Copa Mundial de futbol Japón-Corea del Sur en 2002, Corea del Norte decide elevar su imagen internacional con esta rara muestra conciliatoria.
Esta decisión de relajar la tensión en la península parece una calma extraña después de la tormenta, sin duda. El pasado 11 de enero el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que el “astuto y maduro” Kim Jong-un ha ganado esta ronda de tensiones contra Estados Unidos, reconociendo que el régimen norcoreano tiene las armas nucleares y los medios para lanzarlas a hasta una distancia de 13 mil kilómetros. Esto plantea la pregunta: ¿ha alcanzado Corea del Norte un nuevo estatus internacional?
Parece, sin embargo, muy prematuro acreditar a Pyongyang una victoria diplomática, aunque parece que la política exterior norcoreana y la actitud de su líder muestran ser un poco más sofisticadas, más “maduras”. El líder norcoreano puede ser calificado de astuto sin duda, si evalúa que Estados Unidos está ocupado con temas internos. Kim Jong-un habría esperado que durante el discurso anual sobre el Estado de la Nación en Estados Unidos, Donald Trump centrara su atención en problemas políticos y económicos internos, incluyendo el tema de inmigración. Sin embargo, el mandatario estadounidense sí criticó fuertemente al régimen de Pyongyang y se comprometió a modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos.
El régimen norcoreano ha sofisticado además la forma de evadir sanciones y allegarse divisas ante las resoluciones de la ONU y de EU. A pesar de que tanto China como Rusia han votado a favor de las más recientes sanciones, Corea del Norte ha sabido explotar la brecha de políticas existente entre Washington (y Japón) —por recrudecer el embargo y por mantener abierta la opción militar— por un lado, y de Rusia y China —a favor de la suspensión de ejercicios militares conjuntos en la península y una actitud más conciliatoria— por el otro. Mientras tanto, servicios de inteligencia europeos reconocen desde finales del año pasado que Corea del Norte ha recibido en el mar cargamentos ilegales de petróleo y otros combustibles desde barcos rusos a navíos norcoreanos sin registrarse en aduanas.
Si bien estos podrán ser casos clásicos de “negación plausible” (plausible deniability) para aquellos gobiernos involucrados, Corea del Norte ha sabido explotar hábilmente la enemistad actual entre Moscú y Washington y el ambiente de sanciones contra Rusia que ya incluye la publicación de la “lista Putin” el 29 de enero, para lograr que las sanciones contra el régimen norcoreano sean débilmente aplicadas en la frontera común.
Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang pueden representar una ventana de oportunidad para iniciar un diálogo más constructivo en la península y entre Pyongyang y Washington, pero son sólo una pieza más de un ajedrez geopolítico más complejo. Usar los Juegos Olímpicos como una oportunidad para protagonizar un incidente fronterizo o presentar al mundo los arsenales nuclear y químico sería la peor decisión de un líder “astuto y maduro”.
Foto: ARCHIVO EFE
Programa de Estudios Asia Pacífico, ITAM
@ulisesgranados