Su aventura como uno de los creadores más talentosos de la relojería de autor cumple 30 años en 2017. En este periodo ha producido complicaciones inquietantes para 65 marcas, entre ellas Girard-Perregaux, Harry Winston o Ulysse Nardin, y la crisis financiera de 2008 le obligó a crear su propio sello debido a la reducción del número de clientes para los que manufacturaba.

Christophe Claret (Lyon, 1962) sigue entusiasta y habla del futuro con la vitalidad de un principiante que nunca se ha acostumbrado a la comodidad.

“Los coleccionistas de México y China son los que mejor entienden mis relojes en el mundo”, asegura. “Son jóvenes, vanguardistas y cada vez buscan menos las firmas clásicas de siempre. Prefieren las creaciones raras, caras, contemporáneas e inesperadas, y se entusiasman de forma impulsiva, sobre todo los latinos”.

El hombre que ha contribuido en la sombra a grandes éxitos de firmas establecidas como el Genghis Khan, el Royal Blue Tourbillon o el reciente Marine Grand Deck —tres súper-ventas para Ulysse Nardin— o que deslumbró con la primera gran complicación femenina —su reloj Margot deshoja una margarita con más complejidad mecánica que un repetidor de minutos— visitó México la semana pasada.

Aquí vendió el primer modelo de su reloj Maestro y reconoce que el mexicano es uno de los mejores mercados para su extravagante X-Trem-1 con microesferas magnéticas suspendidas que dan la hora. Este producto es el best-seller de su catálogo y cada año le incorpora nuevas variantes como el modelo StingHD, negro con una calavera sobre el tourbillon, que lleva puesto en el momento de la entrevista.

Mientras los mercados más clásicos como Estados Unidos y Oriente Medio prefieren no correr riesgos comprando marcas de estatus o piezas vintage en subastas, un Claret relajado augura a partir de ahora un buen futuro para los más sólidos relojeros independientes. Lo dice después de viajar por varios países asiáticos y visitar a su mejores clientes en México.

“Es igual en todas partes. Existe una saturación por lo establecido y los nuevos coleccionistas quieren presumir de algo diferente que su círculo de amistades desconoce”, algo similar a lo que ocurre con el arte contemporáneo o con los autos de colección como Pagani, según menciona.

Christophe Claret: es la hora de los independientes
Christophe Claret: es la hora de los independientes

Claret reconoce estar viviendo el momento más feliz de su larga carrera porque ahora puede hacer lo que su olfato le dice que el mercado quiere, sin tener que convencer a otra marca para que lo presente.

Asegura que antes de 2008, cuando su actividad estaba más dedicada en proveer a terceros, sus clientes pecaban de precavidos porque le encargaban un nuevo desarrollo limitado a 25 unidades, cuando de algunos de sus best-sellers se han llegado a vender posteriormente 250 relojes.

“Sientes que no confían plenamente en ti y en tu intuición sobre lo que ahí fuera están esperando”, afirma. “Esa fue otra de las razones que me impulsaron a tomar riesgos con una marca propia”.

En entrevista con Tiempo de Relojes comentó que en la actualidad busca incorporar un socio con 25% del capital a su holding manufacturero para llevar su propia etiqueta a una dimensión de mayor reconocimiento global, como lo que ha ocurrido con Roger Dubuis o Richard Mille en las dos últimas décadas con la inyección de capital de socios estratégicos.

En un gesto poco habitual entre relojeros, comenta que su preferencia en las últimas elecciones francesas fue el ahora presidente Emmanuel Macron, porque es joven y visionario.

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