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El oráculo Walter von Känel lleva 48 años en Longines, donde comenzó como director de ventas en 1969. Dos décadas después se convirtió en presidente de la casa de Saint-Imier, que en este año celebra 185 años.
Es el CEO de la industria relojera suiza con más tiempo al frente de una marca. Llegó en la antesala de la crisis del cuarzo, sobrevivió esa etapa en los 70 y 80, y desde su trinchera fue uno de los impulsores del renacimiento de la relojería mecánica. Este coronel de la Armada Suiza ha convertido a Longines en la quinta compañía de relojes del mundo en ingresos, con alrededor de 1.5 mil millones de dólares al año.
Von Känel es la voz de la experiencia en el sector. Sabe qué pasó y cómo se afrontó porque lo vivió en carne propia. Está orgulloso de sus decisiones, que han hecho crecer a la firma propiedad de Grupo Swatch en momentos de incertidumbre como los del último año, cuando se registró un descenso de 9.9% en las exportaciones de relojes suizos en comparación a 2015.
Pero Von Känel niega que la crisis sea generalizada. “No puedes poner a todos en la misma canasta. Hace unos 20 años decidí que nos enfocaríamos en el Lejano Oriente. Tomé una decisión y abandoné Esta- dos Unidos. Hoy a veces me golpeo la cabeza, pero fue una buena decisión porque somos número uno en China. China continental representa medio millón de piezas para nosotros”, explica.
Este dato contradice a las estadísticas globales, que reflejan una caída de 3.3% en las exportaciones de relojes suizos a China en 2016. “Nosotros no perdimos porque nuestros precios van de mil a 5 mil francos suizos, y ese segmento no se ha visto afectado por las medidas anticorrupción del gobierno de ese país”.
China está en auge para Longines, pero no ahora sino desde hace 20 años, insiste el directivo de cejas prominentes y fuerte carácter. “En 2014, 2015 y 2016, la marca creció 100% en China. Y el arranque de este año ha sido muy bueno. Si eres fuerte en China tienes todos los países vecinos y los turistas”.
Sobre los smartwatches, Von Känel afirma que son un territorio que pertenece a Apple, Samsung y a muchas marcas chinas. “Ellos tienen algo que nosotros no: la velocidad. Pueden cambiar un inventario en seis meses, algo imposible en nuestro negocio. Tienen la experiencia y la curva de aprendizaje de los smartphones”, argumenta el directivo.
Con relación a Longines, Walter von Känel asegura que tener un reloj inteligente no es su meta. Sin embargo, sí apostará por más productos de cuarzo sin el componente smart. Uno de sus lanzamientos más importantes de 2017 ha sido Conquest V.H.P., una edición modernizada de un guardatiempo de 1984 equipado con cuarzo ultra preciso.
“En 1984 le pedí al equipo de producción que hiciera relojes de cuarzo ultra precisos y lanzamos el V.H.P., con desviación de un minuto por año. En 2014, le pedimos a ETA [fábrica de mecanismos de Grupo Swatch] un reloj de cuarzo con mejor rendimiento, pero que no fuera conectado. Y aquí esta el nuevo bebé con desviación de +/- 5 segundos por año”, dice.
Este hombre, que no para de dibujar gráficas en un cuaderno durante la entrevista, que gesticula de forma generosa y golpea la mesa con el puño cuando se apasiona, cumplirá medio siglo en Longines en 2019. Toda una vida al servicio del Swiss Made.
También está involucrado en la construcción de un museo militar en Saint-Imier. “Quiero terminar mi vida y tener una estatua en algún lugar”, afirma con una carcajada. “Ya quieren ponerle mi nombre a una calle, pero les he dicho que podrán hacerlo cuando esté muerto. En un pequeño pueblo de 5 mil habitantes donde tu empresa paga 10 millones de impuestos, tienes algo de influencia”, concluye el CEO.