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Es un ingeniero francés convertido por méritos propios en director general de la marca suiza TAG Heuer quien hace la profecía más inquietante ante la amenaza que los smartwatches pueden significar para la industria de la relojería. “Por el momento estamos en el lago de Neûchatel una mañana de domingo, acostados bajo el sol en un bote pequeño. Está bien, es divertido. Pero viene un tsunami de California a velocidad supersónica. Es sólo cuestión de tiempo: en dos años el agua del lago será salada”, dice Guy Sémon. Y remata: “No es mi opinión, sino la realidad del mercado”.
Esa realidad, explica, es que “entre todas las marcas suizas producen 28 millones de relojes anualmente (…) En 2015, las compañías electrónicas vendieron 98 millones de piezas, no sólo de relojes conectados, sino monitores de fitness, correas inteligentes… Y este número crece 70 por ciento al año”. Esa realidad se resume en una frase que Sémon arroja durante esta entrevista con Tiempo de Relojes: “Apple es el mayor relojero del mundo”.
Sémon habla con la calma de quien ya remó hacia la orilla y está construyendo un refugio para sortear el tsunami. Y así es. Él y Jean-Claude Biver, CEO de TAG Heuer y presidente de la división de relojería de Grupo LVMH, son los responsables de la que hasta hoy es la respuesta helvética más contundente en diseño, funcionalidad y ventas al Apple Watch y productos semejantes: el TAG Heuer Connected.
Conscientes de que los enemigos de sus enemigos son sus amigos, Sémon y Biver se asociaron con Intel Corporation y Google, jugadores de grandes ligas en Silicon Valley, para este proyecto. Intel provee el microprocesador Atom Z34XX para el TAG Heuer Connected, que a su vez ejecuta la plataforma Android Wear de Google.
TAG Heuer se aseguró de que su smartwach no luzca como un smartwatch, sino como un reloj de una empresa suiza con 156 años de trayectoria y creadora de piezas legendarias como Mikrograph, Autavia, Monza, Carrera y Monaco, además de algunos de los desarrollos tecnológicos más interesantes desde principios del siglo XXI, muchos de ellos de la autoría de Sémon.
El Connected tiene una caja de 46 milímetros de diámetro hecha de titanio de grado 2, con la estética y los acabados de los cronógrafos de la casa. Las tres primeras carátulas digitales que TAG Heuer dio a conocer en el lanzamiento de finales de 2015 reproducen las de un cronógrafo, un GMT y un reloj tres agujas de la línea Carrera. Desde entonces, la firma ha presentado otras esferas y algunas aplicaciones relacionadas con sus embajadores o alianzas con, por ejemplo, la liga de futbol alemana Bundesliga.
Para subrayar las diferencias con sus competidores, TAG posicionó su Connected en el rango de 1,500 dólares. Sémon piensa que habría sido un error seguir a Apple en cuestión del precio. “El Apple Watch está en el rango de 300 dólares o euros. Si nosotros entramos en ese nivel, perdemos la pelea. No podríamos producir a ese precio. Por eso salimos en 1,500 dólares, porque en el mercado tenemos el reloj connected más caro en volumen. Y mantenemos el lujo”. Hay una versión nueva de oro rosa con un precio cercano a 10 mil dólares.
El resultado ha sido como un inesperado tsunami de baja intensidad, pero tsunami al fin. En noviembre del año pasado, TAG Heuer tenía listos 15 mil relojes y algunos dentro de la compañía habían expresado sus reservas de que fueran demasiados. Estaban equivocados.
Sémon confirma que en 2016 fabricarán 100 mil Connected y que espera duplicar esa cantidad en 2017. “En Suiza estamos construyendo una línea de producción para hacer más de 4,000 relojes conectados por semana, con lo que llegaríamos a 200 mil al año”, afirma. Reclutarán a 30 personas para hacerse cargo de ese proceso y, según Biver, abrirán una oficina en Silicon Valley. Sémon pasa varios días al mes en California, lo que es congruente con su visión de la apuesta de TAG por el Connected. “Es enorme, es el nuevo negocio”, asevera.
La siguiente fase de la estrategia será ofrecer nuevas versiones con mejoras relojeras. “Mi trabajo es ser relojero”, afirma Sémon. “Tengo que usar la mejor tecnología proveniente de Silicon Valley, pero eso no es suficiente. Para Apple lo es. Apple hace una caja con componentes electrónicos, le pone una correa y ya. Eso es un Apple Watch. En nuestro caso, la reacción del mercado será: ‘¡Ah, son relojeros!’. El nuevo Connected tendrá la mejor tecnología, pero lo principal será su parte relojera”.
Sémon desestima a quienes en Suiza lo atacan porque es “el chico malo de la relojería que negocia con empresas de California” y contradice a los que piensan que el reloj conectado no es interesante para la industria. “Respeto su opinión, pero en TAG Heuer estamos convencidos de que el negocio connected será uno de los grandes pilares de la relojería en los próximos años”, dice.
De forma simultánea, en los últimos dos años Sémon y Biver han estado inmersos en una reingeniería de la marca para fortalecer su actividad principal, que sigue siendo la producción de relojes mecánicos y de cuarzo. Las ventas de esta área han registrado un incremento de 14 por ciento desde el verano de 2015, según Sémon.
Ahora la mayoría de los guardatiempos de TAG Heuer está en un rango de precios más accesible entre 1,500 y 5,000 francos suizos, lo que provoca un mea culpa por parte de Sémon, aunque él fue designado director general hasta diciembre de 2014. “Si tus relojes cuestan 8 mil francos suizos, compites contra Rolex y Omega, y eso fue un error de la marca en el pasado”, dice. “No somos Rolls-Royce ni Mercedes-Benz, somos Audi. Es bueno ser Audi, pero si Audi quisiera imitar a Rolls Royce, cometería una gran equivocación. No somos Patek Philippe, somos TAG Heuer. En TAG compras un reloj por 2,500 dólares, pero en tu muñeca sientes que vale 5,000”.
Esta sensación viene del hecho de que la capacidad industrial de TAG Heuer le permite equipar muchos de sus relojes con mecanismos propios. “No somos una marca cara, pero sí de la mejor calidad. ¿Por qué podemos lograrlo? Porque tenemos una manufactura, dominamos el oficio, invertimos mucho dinero en nuestro sistema de producción, reducimos costos y mantenemos márgenes normales”, afirma Sémon.
Antes de ocupar su puesto actual, Sémon estuvo a cargo de la división de investigación y desarrollo de la empresa, así como de la gestación de las piezas de alta relojería. Ahí creó relojes revolucionarios como el Carrera Mikograph y el Carrera Mikrotimer, dos cronógrafos capaces de medir y desplegar mediante una aguja central la centésima y la milésima de segundo, respectivamente. En su currículum también se destaca el Carrera Mikrogirder, que mide 5/10000 de segundo, y la tecnología MikroPendulum, que usa campos magnéticos para el órgano regulador.
Pero en “la nueva TAG Heuer”, como él la llama, el reto es llevar esa tecnología a una producción masiva con un precio justo. “Es muy difícil, pero es lo que estamos haciendo en TAG”, añade. “Antes desarrollé tecnologías de punta para tener conocimiento y capitalizarlo. Ahora ha llegado el momento de transferir esas tecnologías a volúmenes altos de producción, algo en lo que TAG es muy eficiente”.
Tan eficiente que en enero de 2016 la firma presentó el Carrera Heuer-02T. Con un precio aproximado de 16,000 dólares, es el reloj suizo con tourbillon más asequible de la actualidad. “Es posible lograr este precio porque soy ingeniero y puedo bajar los costos gracias a las herramientas y facilidades modernas”, asegura Sémon. “Mi tourbillon no es barato, los demás son caros, que no es lo mismo. TAG es una de las manufacturas de tourbillones más importantes, porque estamos produciendo 2 mil tourbillones”.
Y esto no es todo. Sémon anuncia que este año TAG Heuer dará a conocer “la revolución mecánica más importante en la historia de la relojería”. Agrega que no será algo dedicado a relojes de alta tecnología, sino a piezas normales y accesibles. “Esta es la demostración de que TAG Heuer está mejorando el negocio conectado y el negocio tradicional. Es muy importante ser eficiente en ambos”.
Sólo adelanta que esa revolución mecánica tiene que ver con la regulación del reloj: será una tecnología más precisa, con más reserva de marcha, más simple, delgada, moderna y avant-garde.
El lanzamiento del Carrera Heuer 02T provocó la crítica de la casa más respetada del sector. En marzo pasado, Bloomberg publicó una nota titulada “Patek Philippe a TAG Heuer: su reloj de 15 mil dólares es demasiado barato”. Thierry Stern, presidente de la junta directiva de Patek Philippe, dijo que la decisión de TAG de vender un reloj con tourbillon por ese precio le parecía “casi una broma” que sacrificaba una labor artesanal sofisticada por lograr más ventas. ¿Qué responde Sémon? “Es bueno cuando un Rolls Royce habla de ti”.