Es complicado lograr que un reloj para dama se convierta en un ícono, incluso más que uno para hombre. Una de las razones de esta dificultad es que la personalidad de los guardatiempos para mujer está muy vinculada al factor joya.
Por supuesto que existen grandes relojes femeninos, pero en las últimas dos décadas pocas marcas han tenido el privilegio de firmar creaciones que con toda seguridad pasarán a la historia. Vienen a la mente Cartier, por supuesto, el J12 de Chanel o el Twenty-4 de Patek Philippe, por mencionar algunos. ¿Entra el Cat’s Eye de Girard-Perregaux en esta categoría de ícono moderno? Tenemos razones para afirmarlo.
La consagración del Cat’s Eye como uno de los emblemas de la relojería femenina contemporánea se dio en 2016, cuando el modelo con tourbillon bajo puente de oro ganó el premio a la creación de alta mecánica para mujer en el Grand Prix d’Horlogerie de Ginebra. Era algo que se veía venir desde que la primera generación de este modelo nació en 2004.
La originalidad de su forma ovalada fue desde siempre un punto a favor que Girard-Perregaux ha sabido aprovechar al hacerlo en varios materiales, decorarlo con Métiers d’Art y joyería, y equiparlo con mecanismos que le permiten mostrar funciones más allá de las horas y los minutos.
Incluso la caja del Cat’s Eye ha cambiado de posición horizontal a vertical en estos años, como en el Tourbillon with Gold Bridge antes mencionado, sin perder su esencia o desvirtuar la filosofía que tiene desde su lanzamiento. También sigue dando muestras de su potencial creativo. Prueba de ello es el Cat’s Eye Celestial presentado en 2017.
Firma con una larga historia, Girard-Perregaux no es ajena a las tendencias que mueven al sector, como el uso tan extendido de la indicación de fases lunares en la relojería mecánica para mujer.
La popularidad de esta complicación se debe a su atractivo y al hecho de que incluirla es relativamente fácil, lo que impide que el precio final se dispare. Pero este año se nota una propensión de las firmas a ubicarla en una posición central, lo que permite que el disco de fases lunares tenga unas dimensiones más grandes y, por lo tanto, inusuales.
En el caso del Cat’s Eye Celestial, el satélite terrestre alcanza 8.9 milímetros de diámetro. Eso no es lo único que distingue a su mecanismo de carga automática.
A diferencia de otros desarrollos de fases lunares, éste no va engranado con la rueda horaria, sino que se conecta directamente con el barrilete. De esta forma consigue una transición continua sin sobresaltos y hace una rotación completa en 59 días. Además, la desviación de la función es de un día cada 360 años, lo que supera por mucho la media de dos años y ocho meses de los relojes mecánicos.
Estos aspectos técnicos complementan la espectacularidad del Cat’s Eye Celestial, cuya caja mide 35.40 x 30.40 milímetros y está hecha de oro rosa con 62 diamantes talla brillante engastados en el bisel.
La esfera tiene otros 33 diamantes del mismo corte, un guilloché en el perímetro y madreperla en la mitad inferior. La mitad de las fases lunares está realizada con cristal pulido con la técnica de la aventurina. La figura de la luna es de nácar y está ligeramente abombada, para lograr un efecto tridimensional.