Para recorrer el camino que llevó a Cartier a convertirse en uno de los grandes referentes de la relojería actual, el Design Museum de Londres abrió su nuevo espacio en la calle Kensington High a la exposición Cartier in Motion, que explora y examina la creatividad de la Maison parisina desde la perspectiva pura del diseño.
La idea de montar esta muestra nació a partir de una compra reciente hecha por el museo, que adquirió un Santos y un Tank, dos de los modelos más emblemáticos no sólo de la firma, sino de la industria en general, para enriquecer su colección permanente Designer Maker User.
Con este hecho se inició una conversación entre el Design Museum y Cartier, que tuvo dos conclusiones. La primera fue la importancia de narrar a detalle la trayectoria de una marca que ha influido de manera contundente en el sector de la relojería y en la conformación de los cánones de la estética del lujo. Y la segunda, que el curador tenía que ser el famoso arquitecto británico Norman Foster, autor del proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, entre muchas otras obras.
Abarcar una historia como la de Cartier no es tarea fácil. Por eso, los 170 objetos de la exhibición fueron divididos en seis secciones con los temas que más han influido en las directrices creativas de la casa.
La primera sección es “La evolución de París y su influencia en las formas de Cartier”, donde se muestra el impacto que tuvo en la firma la modernización dirigida por Georges-Eugène Haussman en la segunda mitad del siglo XIX. Los callejones estrechos y caóticos dieron paso a los bulevares amplios y ordenados que conectaban las nuevas plazas y parques que hoy son íconos de esa ciudad.
Cartier abrió su boutique de la Rue de la Paix en 1899 y en los diseños de sus joyas y relojes empezó a alejarse de las florituras y los ornamentos del clasicismo, y a adoptar las formas simples y geométricas inspiradas en el nuevo trazo urbano.
La secuencia sigue con “Las conexiones de Louis Cartier con los pioneros de su época”, un análisis de la red de personajes cercanos al joyero y su hermano Pierre, que les abrieron las puertas a nuevos estilos de vida. Entre los muchos amigos interesantes de Louis, se destaca el aviador brasileño Alberto Santos-Dumont, para quien creó en 1904 el considerado primer reloj masculino de pulsera de la historia.
En “El nacimiento del reloj de pulsera moderno”, el Design Museum ahonda en las implicaciones que tuvo el Santos y el posterior desarrollo de otros modelos con cajas “de forma” como el Tonneau (1906), el Tortue (1912) y el Tank (1917), que compartían los códigos de pureza de su predecesor y su apuesta por la interrelación de la forma y la función.
En la cuarta área, “Viajes, movimiento y elegancia: un nuevo estilo de vida en los años de entreguerras”, es posible ver la manera en la que los viajeros marcaron la pauta para el desarrollo de nuevos estilos y productos prácticos y personalizados. Los trotamundos de lujo deseaban cigarreras, plumas y otros accesorios que complementaran sus relojes.
“La evolución de los diseños de los relojes de Cartier” es un repaso por propuestas estéticas que abarca de finales de los años 50 —con el Oval de 1958— hasta el Drive de 2015, pasando por el Crash (1967), Maxi Oval (1969), Panthère (1983), Pasha (1985) y Ballon Bleu (2007). No se olvidan de la celebración del 75 aniversario del Tank, cuando se presentó una edición en oro y acero, y Cartier realizó una fiesta inolvidable en Nueva York que inauguró la nueva época del lujo global.
Por último, “Los oficios de Cartier” es un tributo a los talentosos artesanos que trabajan en sus talleres y que, en cada pieza, demuestran su destreza, paciencia y amor por los relojes que produce la Maison.
Cartier in Motion permanecerá en el Design Museum hasta el próximo 28 de julio.