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El cristal de zafiro es un material que aparece recurrentemente en el universo relojero, pero antes se limitaba casi siempre a proteger la esfera, dada sus cualidades de dureza y transparencia. Ese mismo cariz de resistencia externa lo transforma en un material poco maleable, por lo que no había ocupado otras áreas del reloj... hasta ahora.
Inspirados tanto por la instrumentación aeronáutica como por un ánimo innovador, Bell & Ross abre un capítulo inédito en su historia, pues se arriesga a ampliar las fronteras relojeras con un guardatiempo hecho totalmente de záfiro: el BR-X1 Chronograph Tourbillon Sapphire.
Dotada con caja transparente, esta pieza ofrece un espectáculo mayúsculo al poner a la vista su coreografía mecánica, gracias al sofisticado esqueletado del movimiento. De suerte tal que podemos observar la rueda de pilares situada bajo la esfera a las 12 h, la aguja saltante semi instantánea o el indicador de reserva de marcha de 100 horas colocado a las 9h.
Además, la combinación de tourbillon volante y cronógrafo, símbolos de la alta relojería y el espíritu deportivo respectivamente, resulta más que lograda, pues gracias al calibre BR-CAL.285, tenemos lo mejor de dos mundos en un solo lugar.
Pero más allá de sus prestaciones relojeras, es su material el que le confiere poderío. Resulta un gran desafío técnico tallar una caja de reloj a partir de un bloque de zafiro, por lo cual la casa dedicó un proceso exhaustivo y particularmente exigente para lograr la perfección de este guardatiempo. Horas de mecanización, proceso de pulido y maestría artesanal, tuvieron que ser aplicadas a seis bloques de zafiro, tallados minuciosamente antes de ser ensamblados, para construir el BR-X1 Chronograph Tourbillon Sapphire, reloj que pone al descubierto los secretos del tiempo.
La caja mide 45 mm de diámetro y la carátula tiene índices aplicados metálicos con inserciones de SuperLuminova, agujas metálicas esqueletadas también en SuperLuminova, correa de caucho translúcido o en tejeduría Kevlar metalizada.