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La belleza es inalterable cuando se sostiene con la esencia, como pasa con uno de los relojes más codiciados, el Royal Oak de Audemars Piguet. Este año se conmemora el 40 aniversario del lanzamiento de la versión para dama de este reloj robusto y elegante, que nació en 1972 de la mano del genial diseñador Gérald Genta. Cuatro años después, Jacqueline Dimier asumió el reto de traducir en código femenino un guardatiempo de acero de 39 milímetros de diámetro y fuerte personalidad masculina.
El resultado fue el Royal Oak Ref. 8638 de 29 milímetros, con el inconfundible bisel octagonal. Dimier llegó para quedarse en Le Brassus, Suiza, donde está la manufactura de Audemars Piguet. Ahí dirigió el departamento de diseño hasta 1999. Ella es la mente detrás de muchas versiones evolucionadas de este ícono.
El reto de interpretarlo con una visión actual ha sido responsabilidad de una joyera contemporánea, la italiana Carolina Bucci, quien lo ha superado con maestría en el Royal Oak Frosted Gold.
Formada en Nueva York y Florencia, Bucci pertenece a una familia que se ha dedicado a la joyería durante generaciones. En los últimos 15 años se ha interesado por rescatar técnicas antiguas del oficio, para aplicarlas a sus diseños. En el caso del Royal Oak, decidió utilizar la técnica florentina, que consiste en golpear el metal —oro rosa u oro blanco— para formar una textura que recrea el efecto del brillo de los diamantes, pero sin ellos.
El escarchado se extiende por toda la pieza, de la caja al brazalete, también de oro rosa u oro blanco. Los artesanos emplean una herramienta con punta de diamante que crea una capa de muescas minúsculas; éstas, a su vez, producen la apariencia congelada. El proceso es completamente manual y la joyera lo ha aplicado desde hace 10 años en sus productos.
Lograr este acabado para el Royal Oak Frosted Gold no fue tan fácil como parece. Audemars Piguet necesitaba que esta técnica produjera una superficie de tacto uniforme, sin alterar las líneas puras que son parte fundamental del ADN de este modelo. Así que se iniciaron meses de pruebas entre los artesanos florentinos de Carolina Bucci y los de Audemars Piguet hasta conseguir lo que se esperaba.
“Enviamos eslabones y componentes de la caja a Florencia para conocer las posibilidades de esta técnica a finales de 2014”, afirmó François-Henry Bennahmias, CEO de la marca de relojes. “Estas partes regresaron con un brillo excepcional, pero eran ásperas. El segundo ensayo consiguió la textura adecuada, pero le faltaba brillo. El impacto de la profundidad del oro era impor-
tante. Si cavas demasiado, el oro se vuelve áspero. Conseguir el equilibrio entre la textura y el efecto visual deseado fue sumamente difícil”.
En total, Bucci realizó siete intentos antes de conseguir el acabado perfecto. La llegada de este reloj, que se lanzará oficialmente en 2017 durante el Salon International de la Haute Horlogerie (SIHH) de Ginebra, se da entre varias coincidencias que auguran buenas cosas. Se celebran 40 años del Royal Oak de mujer, Caroline Bucci está a punto de cumplir esa edad y la semana pasada abrió la primera boutique de la firma relojera en Florencia. “Es como si todos los planetas se alinearan para que sucediera”, dijo Bennahmias.
Estarán disponibles dos versiones con caja de 33 y 37 milímetros de diámetro, ambas piezas en oro rosa u oro blanco. El primer tamaño tiene movimiento de cuarzo, mientras que el segundo integra el mecanismo de carga automática 3120. Como en el reloj original de 1972, hecho de acero, la esfera tiene diseño guilloché con patrón Grande Tapisserie. Pero un brillo original, inédito y contemporáneo reinterpreta con sensibilidad el lado más femenino del Royal Oak.