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Buscas algo más que prestigio cuando decides crear tu propia manufactura. Afrontas una inversión de ese tamaño porque te interesa tener el control y apuntar hacia la autosuficiencia, al menos en tu línea de alta relojería. Quieres decidir cuántos movimientos fabricar, pero también cómo producirlos para asegurarte de que cumplan con tus condiciones de calidad.
Hace 20 años, Karl-Friedrich Scheufele vio cumplido su sueño de que Chopard, la marca que su padre adquirió en 1963, tuviera su propia fábrica en Fleurier, Suiza. Scheufele, conocido en el medio por su pasión por los relojes antiguos y los autos clásicos, fomentó esta iniciativa no sólo por reputación, sino porque quería hacer las cosas a su manera.
Así que Chopard Manufacture nació con unos estándares muy ambiciosos. Por ejemplo, Scheufele, copresidente de la firma y responsable del área de relojería, quiso que el primer mecanismo que se hiciera ahí —el calibre 1.96 de carga automática con microrotor, dos barriletes y 70 horas de reserva de marcha— cumpliera con los exigentes requisitos del certificado de cronometría COSC.
Además añadió el Sello de Ginebra (gracias a la línea de producción que la marca tiene a las afueras de esa ciudad) y más adelante el Certificado de la Fundación Fleurier, del cual Scheufele ha sido el principal promotor desde que se lanzó en 2014.
La colección L.U.C, bautizada en honor del fundador de la casa Louis-Ulysse Chopard, está compuesta por referencias equipadas con calibres hechos en esa manufactura, que en 2016 celebra dos décadas de existencia. A los guardatiempos de esa línea presentados en marzo durante la feria Baselworld, se suma ahora una pieza excepcional: el L.U.C Time Traveler One. Éste es el primer reloj con hora universal de la firma. Su configuración se inspira en la estructura de la atmósfera terrestre, por lo que funciona mediante capas concéntricas.
Una aguja plateada marca la fecha en el centro de la esfera. El segundo círculo indica las horas y los minutos del huso horario local, que se pueden leer a través de las agujas centrales dauphine.
Luego está un anillo graduado con 24 horas que funciona en coordinación con el disco que indica las ciudades de referencia de los principales husos horarios. Una vez sincronizado con la hora local por medio de la corona situada a las 4, no necesita ningún ajuste adicional.
El L.U.C Time Traveler One está disponible en tres versiones: acero, oro rosa y platino. La caja mide 42 milímetros de diámetro y la decoración de la esfera varía según el material. La combinación de acabados satinados y pulidos le otorga una estética elegante, muy propia de los L.U.C. Es un reloj versátil que puede satisfacer a cualquier coleccionista.
Fiel a la filosofía de la empresa, esta pieza parte de una complicación tradicional y la interpreta desde un punto de vista contemporáneo y funcional. Las indicaciones responden a un orden lógico, sin extravagancias que afecten la legibilidad. Es otra prueba de la madurez alcanzada por Chopard.
Dentro de esta poderosa máquina de viaje late el nuevo calibre de manufactura 01.05-L. Es de carga automático, mide sólo 6.52 milímetros de espesor y ofrece 60 horas de reserva de marcha.
La decoración consiste en Côtes de Genève y achaflanados en diversas partes del mecanismo, que se puede apreciar al reverso a través del cristal de zafiro.
Como punto final y para garantizar la consistencia técnica de esta pieza, el L.U.C. Time Traveler One tiene el certificado de cronometría COSC. Sobra decir que fue desarrollado, fabricado, ensamblado y decorado en la manufactura Chopard.