Hace dos años, Cartier presentó su Rotonde de Cartier Tierra y Luna dentro de la colección de alta relojería. La pieza llamó la atención de la industria de inmediato, a tal punto que ni el espectacular Lunar Rotonde de Cartier Astrocalendaire lo pudo opacar. El Rotonde de Cartier Tierra y Luna entra en la categoría que podríamos denominar relojes “filosóficos”, es decir, creaciones con un discurso que va más allá del puro valor mecánico. Su nombre hace referencia a la dicotomía que se establece en su carátula entre el contador horario superior y la jaula del tourbillon, ambos con la característica forma esférica. Pero el proyecto va más allá y cada uno de éstos incorpora una segunda función.
El contador horario se acompaña de un anillo de indicación de segundo huso con escala de 24 horas, y el tourbillon con un original sistema de sobreposición de un disco elevado que indica las fases lunares (el tourbillon hace las veces del satélite). Es decir, en la parte superior aparece una repre- sentación de la tierra (no son otra cosa el globo terráqueo y sus 24 husos hora- rios), mientras la parte inferior está dedicada a la luna. Esta identidad tan física del reloj se refuerza, además, por la elección del lapislázuli —una piedra con un origen natural que comparten los elementos que dan nombre a la referencia— para la decoración de los discos centrales de los contadores.
El Rotonde de Cartier Tierra y Luna tuvo tan buena acogida que la manufactura lanzó una segunda versión en 2016. Los cambios se limitan a los materiales. El platino de la caja da paso al oro rosa, mientras el lapislázuli se ha sustituido con meteorito para mantener el componente geológico del guardatiempo. Como curiosidad, hay que decir que la nueva edición se limita a 15 piezas y no a las 50 del modelo original. Es una forma de remarcar su exclusividad, pese a que el oro rosa es menos costoso que el platino de la primera versión.
Mirada celestial
Su naturaleza astronómica va más allá de la carátula. Si en ella encontramos la representación de la Tierra y la Luna, en el fondo de la caja descubrimos un movimiento cuya arquitectura de puentes se inspira en las estrellas. Más allá de la referencia temática, las formas del calibre 9440 MC destacan su carácter excepcional y la disposición de sus elementos hace palpable su procedencia de los talleres de Renaud & Papi. El indicador de fases de luna tiene un índice de desviación de un día en un ciclo de 126 años.