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Ganar es la única opción para la delegación de Omega que participará en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro. Sus 480 atletas del tiempo no tienen margen de error. De ellos depende el cronometraje perfecto de cada prueba y, en consecuencia, toda la información sobre los milisegundos que separan a los medallistas de sus rivales y que llegará a las miles de personas que verán las competiciones in situ y a los millones que las seguirán a la distancia. Cronos reinará en el Olimpo del 5 al 21 de agosto.
Visto así parecería que ni el nadador estadounidense Michael Phelps, que en Brasil tratará de conseguir su decimonoveno oro, enfrentará tanta presión. Sin embargo, los cronometradores contarán con la tecnología de punta que la empresa helvética ha desarrollado en ¡84 años de relación con el evento deportivo más grande e importante del planeta, al que en 2016 acudirán representantes de 207 países.
Desde 1932 Omega ha sido el cronometrador oficial de 26 Olimpiadas. La primera vez, en la justa de Los Ángeles, California, mandó a un maestro relojero con 30 cronógrafos à rattrapante mecánicos, con certificación del Observatorio de Neuchâtel, Suiza. Estos dispositivos permiten medir la duración de varios fenómenos que empiecen de forma simultánea pero que terminen en momentos diferentes, como sucede en el atletismo, la natación y otras disciplinas.
En estas ocho décadas Omega ha forjado un legado de precisión incomparable, pues el cronometraje deportivo ha tenido que evolucionar —literalmente— al ritmo de los tiempos para responder a los retos que le imponen atletas cada vez más preparados y con un mejor rendimiento. Por ejemplo, en esa Olimpiada de 1932, el estadounidense Eddie Tolan ganó los 100 metros planos en 10.38 segundos, mientras que en Londres 2012, el jamaicano Usain Bolt se impuso en la misma prueba pero en 9.63 segundos.
Aquellos cronógrafos, que estaban en la cima de la tecnología relojera de la época, fueron sustituidos por nuevos avances que incorporaban las ventajas de la electrónica para asegurar una mayor exactitud y practicidad. Así, en Londres 1948, Omega estrenó la primera cámara photofinish. Apodada “Magic Eye”, probó su utilidad cuando ayudó a definir al ganador del oro en los 100 metros planos. Harrison Dillard y Barney Ewell habían recorrido la distancia en 10.3 segundos, pero la imagen permitió que los jueces vieran que Dillard había logrado una ligera ventaja.
Veinte años después, en México 1968, la firma de Bienne dio a conocer los touch pads automáticos que, empotrados en las paredes de la piscina, permiten a los nadadores detener el reloj al terminar la prueba. También en 1968 pero fuera del agua, presentó la cámara Photosprint, que filmaba el momento en que cada corredor cruzaba la meta y generaba una sola imagen con los tiempos individuales.
Para 1984, en los segundos Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles, desarrolló un sistema de sensores para detectar las salidas en falso. Y en las Olimpiadas de Invierno de Vancouver, Canadá, en 2010, puso en manos de los jueces una pistola electrónica de inicio que, al ser “disparada”, irradia una luz, acciona el equipo de cronometraje y emite un sonido que todos los competidores pueden oír de forma simultánea gracias a las bocinas colocadas en cada posición de salida.
Omega llegará a Rio de Janeiro con varias innovaciones. En primer lugar está la nueva Scan ‘0’ Vision Myria, una combinación de cámara photofinish y cronógrafo que toma hasta 10 mil imágenes digitales por segundo en la línea de llegada. Así genera la foto de todos los competidores que el juez utilizará para determinar los tiempos oficiales. Además usará la generación más reciente de células fotoléctricas para detectar mejor cada silueta corporal que llega a la meta y garantizar una precisión aún mayor. Esta tecnología funciona con cuatro células fotoeléctricas, en lugar de dos, y sirve para detener los indicadores de tiempo en la televisión y en los marcadores de los estadios. A esto se suman mejoras en los sistema de detección de salidas en falso, de medición de puntería en el tiro con arco y de los marcadores de golf.
La elección de Omega como el guardián del bien abstracto más valioso de unos Juegos Olímpicos —el tiempo— es un reconocimiento tácito a su trayectoria. No se trata de cualquier marca, sino de aquella que en 1969 puso un reloj Speedmaster Professional en la Luna, específicamente en la muñeca del astronauta Buzz Aldrin, luego de cumplir con los estrictos requerimientos de la NASA. Otro Speedmaster Professional ayudó a traer sana y salva a la tripulación del Apolo 13 en 1970.
Después de un coqueteo con el cuarzo, Omega recuperó el rumbo como la firma más tecnológica de Swatch, a su vez el grupo relojero suizo más tecnológico. Desde 1999, comenzó a sumar componentes y materiales que han mejorado de manera sustancial la precisión y el funcionamiento general de sus mecanismos. Uno de ellos es el escape coaxial del relojero británico George Daniels, que reduce los roces y la necesidad de lubricación. Otro es el silicio, un material de nueva generación inmune a la influencia de los campos magnéticos y usado en la espiral del movimiento.
Con esto en su poder, Omega presentó en 2015 su reloj Globemaster, el primero con calibre Master Chronometer y certificación del Instituto Federal Suizo de Metrología (METAS), una de las más estrictas de la actualidad. Este tipo de mecanismos, que la casa usará cada vez en más productos, tiene una resistencia a los campos magnéticos de hasta 15 mil gauss y una precisión que sigue siendo la misma incluso si queda sólo 33 por ciento de la reserva de marcha.
Así que la obsesión cronométrica de Omega que en las Olimpiadas de Rio tendrá su expresión colosal con 450 toneladas de equipo y 200 kilómetros de fibra óptica, es la misma que anima la fabricación de un reloj mecánico de 41 milímetros de diámetro.
EL OTRO EQUIPO OLÍMPICO
Para conmemorar su participación en las Olimpiadas de Rio de Janeiro, Omega ha lanzado tres relojes de edición limitada. En el reverso del loto tienen estampado el logotipo del evento deportivo.
* Seamaster Diver 300m “Rio 2016”: La carátula tiene un motivo de ondas inspirado en las aceras de las playas de Copacabana. Es un reloj de buceo hermético hasta 300 metros, con bisel giratorio unidireccional que tiene los colores de los aros olímpicos y válvula de escape de helio. Caja de acero de 41 milímetros y mecanismo automático con escape Co-Axial. Habrá 3,016 ejemplares.
* Seamaster Bullhead Rio: Los coleccionistas bautizaron como “Bullhead” a los relojes con esta forma porque les recordaba a la cabeza de un toro. Este cronógrafo combina los colores de los cinco aros olímpicos tanto en la carátula como en la pulsera hecha de piel azul. Caja de acero de 43 x 43 milímetros y mecanismo automático con escape co-axial. Sólo se fabricarán 316 ejemplares.
* Omega Speedmaster Mark II “Rio 2016”: Está inspirado en el modelo Speedmaster Mark II de 1969, pero en este caso los anillos de las subesferas han sido hechas de oro amarillo, plata 925 y bronce. La escala taquimétrica transparente está iluminada desde abajo por un aro naranja relleno de Super-Luminova. Caja de acero de 42.40 milímetros y mecanismo de cronógrafo automático. Limitado a 2,016 ejemplares.