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El director general de Apple, Tim Cook, dijo a sus empleados que "sigan adelante". El de Facebook, Mark Zuckerberg, mencionó que "el progreso no sigue una línea recta". El de T-Mobile, John Legere, tuiteó: "Veamos qué puede hacer por Estados Unidos un espontáneo, atípico, no político".
Los jefes de grandes empresas están expresando posiciones sobre el resultado de las elecciones, apartándose del modelo tradicional que exige no mezclar la política con los negocios.
Algunos aprovechan la oportunidad para reunir a sus empleados después de una campaña que provocó grandes divisiones entre la gente. Otros lo ven como una oportunidad para destacar los valores y la misión de la empresa o para congraciarse con Donald Trump, después de haberse pronunciado públicamente en su contra durante la campaña.
Los hombres y mujeres que encabezan las empresas más grandes del país saben que una relación hostil con el gobierno de Trump puede significar dificultades para los negocios. Algunos se encuentran en bastiones liberales como Nueva York y San Francisco, otros en lugares que se inclinaron por Trump como Fort Wayne, Indiana, o Charleston, Virginia Occidental.
"La neutralidad es la mejor política", dijo John Challenger, gerente de la consultora de personal Challenger, Gray & Christmas.
Legere, quien durante mucho tiempo se opuso públicamente a Trump, tuiteó sus felicitaciones al presidente electo la semana pasada, aunque sin juzgar sus políticas. Otro directivo de las telecomunicaciones, Marcelo Claure de Sprint, inmigrante opositor personal de Trump, dijo en un email a los empleados que "es nuestra obligación aceptar la voluntad de nuestros conciudadanos y respetar al nuevo mandatario".
Legere y Claure se apresuraron a congraciarse acaso porque el presidente designa el directorio de la Comisión Federal de Comunicaciones, una agencia con enorme peso en el sector de las telecomunicaciones. Los mandatos de los cinco miembros del directorio actual finalizan durante el cuatrienio de Trump.
Los jefes de las automotrices, como Mark Fields de la Ford, también se han mostrado conciliadores, en parte porque Trump se ha declarado a favor de derogar o renegociar el Tratado Norteamericano de Libre Comercio, que les ha permitido instalar plantas en México sin pagar impuestos.
Muchos jefes de empresa expresaron públicamente la esperanza de que disminuyan las tensiones que dividen al país y que el consumidor estadounidense deponga sus temores para volver a dedicarse a lo que hace mejor: comprar.
Wall Street, que donó grandes sumas a Hillary Clinton, enfrenta un gobierno que puede significarle a la vez grandes ganancias y grandes peligros.
Trump ha dicho que quiere derogar algunas de las regulaciones de la ley Dodd-Frank, aprobada después de la crisis financiera, lo cual beneficiaría a los grandes bancos de inversiones. Pero la plataforma republicana también llama a poner en vigencia la ley Glass-Steagall, aprobada durante la Gran Depresión para dividir los grandes bancos.